El 11 de febrero de 2013, el Benedicto XVI anunció su renuncia al cargo papal. Esto no había ocurrido desde el año 1415, cuando Gregorio XII abandonó sus funciones en medio de una histórica polémica. La renuncia de Benedicto XVI obligó al Vaticano a actuar rápidamente para elegir al nuevo sumo pontífice, el actual papa Francisco; sin embargo, las cosas no suceden tradicionalmente de esta manera.
Cuando muere un papa
Tras el fallecimiento de un papa, se llevan a cabo una serie de rituales y actos diplomáticos, como la destrucción de su anillo y su sello. El cuerpo del pontífice puede ser exhibido para permitir que el público se despida de él, y unos días más tarde se preparan elaborados funerales. Luego de hacer público el deceso, el cardenal decano convoca al Colegio Cardenalicio, institución conformada por cardenales de todo el mundo. Ellos se encargarán de elegir al nuevo papa.
El cónclave
La palabra cónclave viene del latín cum clave, frase que quiere decir “bajo llave” y que alude a la naturaleza confidencial del acto. Durante un cónclave, el Colegio Cardenalicio se reúne para llevar a cabo las votaciones. La célebre Capilla Sixtina, en el Vaticano, es testigo de este evento. En la actualidad, el Colegio Cardenalicio está compuesto por 252 cardenales provenientes de todo el mundo; sin embargo, no todos tienen derecho a votar debido a su edad: 113 de ellos cuentan con más de 80 años, lo que les impide participar en las votaciones, aunque pueden asistir en calidad de oyentes.
Antes de iniciar el cónclave, los cardenales asisten a una misa especial en la Basílica de San Pedro. En la tarde del día marcado, entran en procesión a la Capilla Sixtina, donde presentan su juramento de honestidad. Después de los juramentos, todos los asistentes no votantes abandonan el sitio, quedando dentro exclusivamente los cardenales. Uno de ellos será el futuro Sumo Pontífice. A partir de este momento, las puertas de la Capilla son cerradas y custodiadas por la guardia suiza.
Las votaciones
El cónclave puede durar varios días, en los que sólo se pueden llevar a cabo cuatro votaciones diarias. En la primera fase, cada votante debe entregar una papeleta en la que haya escrito el nombre del cardenal de su preferencia.
En la segunda, los cardenales electores deben prestar juramento y llevar su papeleta ante el altar. Si el cardenal presenta alguna enfermedad que le impida moverse, da el juramento desde su lugar, a donde se le lleva una urna para depositar la papeleta. Para que el conteo sea válido, el número de papeletas debe coincidir exactamente con el número de votantes.
Finalmente, los escrutadores revisan cuidadosamente cuada una de las papeletas con los votos para definir qué cardenal ha obtenido los suficientes para ser el nuevo Papa. Una vez que la decisión se ha definido, les prenden fuego a los papeles que contienen la elección de cada integrante del cónclave.
Fumata negra y fumata blanca
Para comunicar lo que ocurre dentro de la Capilla Sixtina, el Colegio Cardenalicio se comunica a través del humo de una chimenea. Si ésta exhala humo negro, significa que el Sumo Pontífice no ha sido electo aún y que se tienen que convocar a nuevas votaciones; si el humo es blanco significa que la decisión está tomada: hay nuevo Papa.
Aunque ciertos detalles del cónclave se han modificado a lo largo de los siglos; el procedimiento mantiene su esencia, al siempre tomar en cuenta a los cardenales para la decisión y mantener un riguroso conteo para definir quién será el próximo Sumo Pontífice.