Por Cecilia Morales Andere
El trabajo de David Troice se expresa en la continua transformación del origami en acero y otros materiales para crear texturas que juegan con la luz y el espacio.
David Troice
Nacido en El Paso, Texas en 1990, Troice mantiene desde su infancia una fascinación por el papel y las infinitas posibilidades que este presenta. Su pasión por el arte nace por la influencia de su padre quien le enseñó a hacer aviones con este material; posteriormente, durante sus estudios de primaria buscó en la biblioteca de su escuela todos los libros que hacían referencia a este tipo de manualidad. Entre ellos encontró el origami y fue así como comenzó a moldear figuras de animales, flores y cualquier objeto. “Cada vez que viajaba compraba libros y papel de origami porque eso era lo que me entretenía”, comenta Troice. Sus primeras piezas bajo esta técnica –aparte de los aviones de papel–, aún siendo niño, fueron la cara de un perro, para continuar con aves tipo la Grulla de Japón, insectos, etcétera. En enero del 2010 comienza la licenciatura de Diseño Industrial en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Poco antes de concluir sus estudios, decide mudarse a Boston, Massachusetts, para seguir su pasión por la música y el arte y así, terminar su carrera como diseñador, comenzando desde allí su aprendizaje como artista plástico. Durante este tiempo, David hizo amistad con varios creativos que le permitieron unirse al grupo de fundición de metales. Fue justo ahí en donde fundió su primera pieza de origami, una rosa en hierro que a la fecha le sirve como base para realizar su trabajo. Descubre el artículo completo en la edición digital e impresa CARAS JUNIO