Foto Cortesía Ady Reyes
“Lo que realmente nos hace humanos es la capacidad de sentir como propio el dolor de los demás”, es una de las premisas de esta historia de La Golondrina que nos invita a reflexionar y, en la medida de lo posible, a conectar con otros, a través de los sentimientos más honestos, como es el caso del dolor ajeno.
Del libreto de La Golondrina
En la historia, Ramón (Puente/Bracco), un hombre en sus 30, llega a casa de Amelia (Sanz), maestra de canto con quien él busca prepararse vocalmente para el memorial de su madre. Y aunque él parece no tener talento, razón por la cual, en un inicio ella se niega a prepararlo, termina aceptando dado que, al igual que él, ella perdió a un ser querido y parece entender su dolor.
Bajo esta premisa, inmersos en el hogar de ella y conforme va sucediendo su encuentro, vamos conociendo la personalidad de cada uno de ellos, sin embargo, no es hasta que se destapa uno que otro secreto que los une, que podemos entender porque es que ambos actúan de cierta manera.
Los aciertos de la puesta
Ver a Margarita Sanz en escena, es una experiencia única. Lo que consigue transmitir mediante su expresión vocal y corporal no lo logra cualquiera. Sus más de 45 años sobre las tablas se consolidan con esta gran interpretación de una madre de familia, con quien es imposible no empatizar.
Asimismo, lo que consiguen Sanz y Puente (actor que alternó nuestra función) es una conexión perfecta. La química y confianza que expresan es muy especial. Asimismo, Alejandro Puente, a quien hemos visto crecer en la televisión y el teatro, desde su participación en La Sociedad de los Poetas Muertos de 2018, hoy demuestra que es uno de los jóvenes talentos que debemos tener en la mira pues, proyecto tras proyecto, consigue demostrar su crecimiento artístico.
El texto, que está inspirado en hechos reales, y el cual fue obra del catalán Guillem Clua, resulta muy humano y nada complicado, pues si bien, para los actores debe representar un gran reto aprenderse los diálogos de la puesta que tiene una duración de dos horas, para el público es un disfrute total, pues está pensado y desarrollado a la perfección, sin sentirse orquestado. Claro está, otro gran y merecido reconocimiento se lo lleva el director Alonso Íñiguez, quien consigue guiar a los actores de la mejor manera para transitar por todo tipo de emociones que conectan con la audiencia de la mejor manera.
Sin duda alguna, esta puesta promete cautivar y hacer emocionar a cualquiera, pues, aunque al final expone una situación en concreto, las emociones de los protagonistas resultan universales.
La Golondrina se presenta de viernes a domingo en el Teatro Milán de la Ciudad de México, hasta el 30 de julio de 2023.
La Golondrina, una puesta en escena imperdible