Su interés por el arte lo llevó a adentrarse en el mundo de las galerías y la promoción de artistas hasta que, por medio de un curso, tuvo contacto con la cerámica, encontrando en ella su pasión y manera de inmortalizar vivencias.
Por Cecilia Morales Andere
Fotos Cortesía Mariana Vernet
CARAS ARTE- Ramiro González Luna Desde pequeño, Ramiro adquirió el gusto por el arte dado que, junto a su familia, gozaba al visitar cualquier museo. Más adelante, aprovechó toda oportunidad para conocer un poco más al respecto. Hoy, el arte es parte de su día a día, y la cerámica, el medio para vivirla y compartirla. Durante su niñez, tanto en el colegio como en las actividades extracurriculares, González Luna se inscribió a diferentes cursos y talleres, todos relacionados con alguna disciplina artística, entre ellas escultura y pintura, pues él sabía que tenía una inclinación marcada hacia la creatividad, y aprovechó toda oportunidad para desarrollarla. Un poco antes de concluir sus estudios de preparatoria, se adentró en el ámbito de las galerías. “Iba a todos los openings de exposiciones, a los museos y a las ferias de arte. Cuando llegó el momento de escoger lo que iba a estudiar, decidí enfocarme en el mercado del arte, por lo que estudié Comunicación e Historia del Arte en Northeastern University, en Boston”. Su trayectoria profesional es amplia, colaboró en una galería en Nueva York y en México, esto le permitió involucrarse en el aspecto comercial, así como en la promoción de artistas. Al graduarse de la licenciatura, decidió regresar a la Ciudad de México y trabajar en Johs, una galería que estaba por abrir sus puertas. Hace tres años fue invitado a participar como alumno en un estudio de cerámica y aquel fue su primer acercamiento con dicha técnica. “Honestamente, pensé que iba a ser una forma de continuar y expresar mi creatividad. Para mí, era un pasatiempo y poco a poco fui encontrando mi propio lenguaje. Comencé a materializar diferentes platos en los que colocaba objetos de uso cotidiano, esos que te encuentras en diversas situaciones del diario vivir”, nos comenta Ramiro. Para elaborar una pieza, el artista comienza por moldear la materia prima para hacer los platos, ceniceros o bases; de forma alterna crea todos los objetos para continuar con su esmaltado, es en este momento ‒antes de la primera cocción en el horno‒ cuando selecciona los diferentes artículos que colocará en cada lugar para alcanzar un conjunto perfecto.
“Esto es un proceso completamente intuitivo y, para mí, muy divertido. Por medio de incluir en las bases diferentes elementos, se logra una infinidad de composiciones que consiguen establecer un diálogo entre la pieza y las personas. De la misma manera, se pueden plasmar recuerdos de algunas vivencias individuales”, afirma Ramiro.
Te puede interesar: ENCUENTRAN AUTORRETRATO DE VINCENT VAN GOGH ESCONDIDO DETRÁS DE PINTURA Descubre el artículo de Ramiro González Luna en la edición impresa CARAS AGOSTO