Este lunes el acosador de Taylor Swift ha llegado a un acuerdo con la fiscalía con respecto a los cargos a los que se enfrentaba por colarse a principios de este mes de marzo en la casa que la cantante posee en Manhattan, según el cual acepta someterse a los términos de una orden de protección emitida por el juez para poner fin a la dinámica de acoso a la que había venido sometiendo a la artista a cambio de pasar entre dos y cuatro años en prisión. Apenas un mes antes de su último arresto, el joven de 23 años llamado Roger Alvarado ya había sido condenado a seis meses de cárcel por cometer ese mismo delito en abril de 2018. En total, ha conseguido irrumpir hasta en tres ocasiones en la vivienda de la estrella del pop, que consiguió hace tiempo una orden de alejamiento en su contra.
Pese a las graves consecuencias legales que se desprenden de sus actos, este lunes él insistió en que volvería a actuar de la misma manera si se presentara la oportunidad. “No me arrepiento de nada... Lo único que quería era verla, hablar con ella. Parece amable y divertida”, afirmó. Según explicó el fiscal del distrito durante la vista judicial, el pasado 7 de marzo Roger Alvarado voló a Nueva York -violando así su libertad condicional, que le obligaba a permanecer en Florida- y se dirigió directamente a la casa de Taylor Swift, a la que accedió tras robar una escalera de un edificio en construcción cercano y romper una puerta de cristal para conseguir entrar al patio de la vivienda.
Afortunadamente ella no se encontraba allí en el momento de los hechos, aunque su equipo observó minuto a minuto los movimientos del intruso a través de las cámaras de vigilancia instaladas en la propiedad desde Nashville y avisó al personal de seguridad que tiene contratado en Nueva York, que a su vez se puso en contacto con la policía. Cuando los agentes se presentaron en el lugar de los hechos, encontraron a Alvarado todavía en el patio y procedieron a detenerle.