“El arte nos ayuda a esconder lo que no nos atrevemos a decir”, es una de las premisas con las que Cris Morena, productora argentina y creadora de fenómenos mundiales como Rebelde, Floricienta, Casi Ángeles y más, regresa a la ficción.
Un mensaje universal
Los problemas ambientales y las diferencias sociales son algunos de los elementos que hemos visto en diversas producciones de Cris Morena desde 2007 con Casi Ángeles.
16 años después, pareciera que, como sociedad, no hemos aprendido mucho al respecto dado que, la ficción refleja la realidad en la que vivimos, una en la que las problemáticas antes mencionadas, son cosa de todos los días. Sin embargo, es mediante este tipo de proyectos, como se puede generar un cambio, o al menos, abrir el diálogo. Es así como al grito de “somos marginados e invisibles” comienza esta historia que expone, entre muchas cosas, las diferencias entre las clases sociales.
Una historia necesaria
Desde siempre, Cris Morena fue una mujer adelantada a su época, dadas las historias que contaba y producciones que presentaba, sin embargo, nunca antes presentó en alguna de sus ficciones a un personaje abiertamente gay. Ahora, de la mano de Te quiero y me duele, presenta y expone abiertamente el tema de una forma tan simple y con un trasfondo tan humano como pocos saben hacerlo. También, aborda temáticas como la identidad de género y diversidad sexual con personajes como Melody.
El sello distintivo
Elementos característicos de Cris como las voces en off que dan inicio y fin a cada capítulo, lo cual hemos vimos anteriormente en proyectos como Casi Ángeles y Aliados, nuevamente están presentes en Te quiero y me duele, invitando a reflexionar o bien, a abrir el diálogo en cuanto a lo que sentimos y pensamos.
Resistir, una constante
Un mensaje conocido y recurrente en las más recientes producciones de Cris se hace presente una vez más en Te quiero y me duele. Una protesta, una lucha sin final entre clases sociales y la resistencia a favor de los derechos y de la libertad. Por no mencionar las alas que, sin temor a equivocarme, son un guiño a historias, mensajes y aprendizajes que han acompañado a Cris Morena en varias historias, pues es mediante éstas, como ha formado casi ángeles.
México, el sueño de Cris
Más allá de ser la creadora de diversos formatos que hace algunos años fueron adaptados en México, tales como Rebele (Rebelde Way), Amor Mío y Lola, érase una vez (Floricienta), y aunque cuando iba a realizar Aliados en 2013, Cris había pensado en México dados los escenarios naturales que quería retratar, Te quiero y me duele es la primera producción que la argentina produce en nuestro país, y lo cual expresa como un sueño cumplido.
Cris Morena, un semillero de artistas
Una vez más, Morena demuestra el ojo que tiene para descubrir a nuevos talentos. En esta ocasión lo hace en México con artistas como Mar Sordo, en el papel de Lola, la protagonista de la historia y quien desde sus primeras escenas, deja al descubierto que es una estrella en ascenso. Su actuación es fresca y su voz al cantar resulta una gran novedad.
Por su parte, Pablo Carnes, en su debut como actor nos transporta a todos esas primeras emociones que no siempre sabemos manejar en la adolescencia. Mientras que César Iván Diaz, quien en un contexto un poco más adulto dadas las circunstancias que a su personaje (DJ) le tocan vivir, encarna a la perfección la valentía y el coraje de una persona que ha tenido que aprender a salir adelante.
Nicolás Haza también sorprende en un papel que a simple vista parece poco pretencioso, pero que resulta muy humano, mientras que ver a grandes artistas como Luis Curiel siempre es una gozada en pantalla.
Un regreso esperado
Fueron casi 10 años los que tuvieron que pasar para que Cris volviera con una nueva propuesta. Ahora, luego de ver los primeros episodios de Te quiero y me duele, podemos confirmar una vez más que Morena consigue llenar la pantalla de magia y transportarnos a otro mundo, uno en el que existen las segundas oportunidades, en el que el arte salva vidas, y en el que el amor y la música son un lenguaje universal.
