Hace varios años, México se despertó con la fatal noticia del fallecimiento del ídolo de México, Pedro Infante, la gran estrella de la música y el cine que murió en un accidente aéreo.
Previo a su muerte, Pedro había sobrevivido a dos accidentes aéreos, uno de los cuales le dejó como consecuencias un injerto de una placa de metal en su cráneo.
Pedro Infante, quien también era piloto, viajaba a bordo de un avión de carga que se desplomó poco después de despegar de Mérida, Yucatán. Tenía apenas 39 años, pero ya era una leyenda viva del cine y la música mexicana.
Pedro no solo protagonizaba películas, también era piloto comercial con licencia vigente. Aquel día, se encontraba en la cabina como copiloto, acompañado a su amigo, el capitán Victor Vidal. Ambos formaban parte de una pequeña aeroelínea de carga y pasajeros.
La aeronave transportaba mercancía incluyendo motores automotrices. A tan solo cinco minutos del despegue, el avión perdió altura y cayó en una zona residencial del barrio de Reforma, provocando una explosión que incendió varias casas y causó la muerte de al menos cinco personas, entre ellas una mujer y su hijo pequeño.
El cuerpo de Pedro Infante quedó irreconocible debido al impacto y al fuego, de tal manera que las autoridades solo pudieron identificarlo gracias a un brazalete con su nombre y por su dentadura.
La reacción del pueblo mexicano fue inmediata, cientos de personas se congregaron a las afueras de la XEW, la estación de radio más importante del país, para escuchar detalles del accidente. La música se detuvo, la programación habitual cedió espacio a los homenajes y a las canciones más emblemáticas de Pedro.
Mientras tanto, miles de fans comenzaron a llegar a la Ciudad de México desde distintos estados para rendirle tributo. El cuerpo fue trasladado a la capital, donde fue velado en el Panteón Jardín. La fila de personas que acudieron al funeral dio vuelta por varias cuadras, en una muestra del profundo cariño que el pueblo sentía por el artista. El cortejo fúnebre puntualizó el tráfico durante horas, mientras la gente lanzaba flores y cantaba en su honor.