El 11 de agosto de 2014, el mundo del espectáculo se conmocionó al saber que Robin Williams había fallecido a los 63 años de edad.
Fue el 11 de agosto de 2014 cuando la noticia de la muerte de Robin Williams, de 63 años de edad, tomó por sorpresa al mundo del espectáculo. Se supo semanas después que se trató de un suicidio.
¿Por qué tomó esa decisión uno de los cómicos más importantes de Hollywood? De acuerdo a la biografía que escribió el periodista del The New York Times, Dave Itzkoff, fueron muchas las señales que indicaban que algo no andaba bien en la vida del comediante.
Tal como lo narra Billy Crystal, compañero de profesión de Robin y gran amigo: “Lo que vi (la última vez que estuvo con él) fue un hombre asustado”, narró el actor, quien también quiso expresar cómo veía a Williams: “Fue uno de los cómicos más lanzados que he conocido. El artista más arriesgado”.
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Parecía tenerlo todo: fama, dinero, reconocimiento, una familia y muchos amigos. La realidad era otra.
Gracias al libro de Itzkoff, quien entrevistó a la tercera esposa de Robin Williams, Susan Schneider; su primogénito, Zak Williams, y su nuera, Alex Mallick, así como a compañeros de trabajo del cómico, amigos y actores que convivieron con él, se puede ver cómo vivió sus últimos días de vida.
De acuerdo al libro, antes de tomar la decisión de terminar con su vida, al actor le preocupaba cómo terminaría sus últimos años, el declive de su carrera y su fortuna, que también se vio afectada por los divorcios que tuvo, primero de Valerie Velardi y después de Marsha Garces, con quien tuvo otros dos hijos. “Divorciarse sale caro”, dijo alguna vez Williams.
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Además, de acuerdo a la biografía, Robin no pudo superar su segundo divorcio, pues había dividido a su familia y la relación que tenía con sus hijos.
“Tenía la seguridad de que nos había defraudado. Nunca acabó de aceptarlo. Algo triste porque todos lo queríamos y solo queríamos su felicidad”, dijo su hijo a Dave Itzkoff.
Una vida lejos de las sonrisas
Aunado a las complicaciones familiares que tenía Robin Williams, se añadieron sus problemas de salud.
De acuerdo al libro, el actor padeció por mucho tiempo el no tener un diagnóstico correcto, de hecho el Parkinson que le habían detectado en 2014 posiblemente estuvo equivocado.
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Según los resultados de la autopsia, Robin padecía una forma de demencia incurable que tiende a manifestarse de forma agresiva en el cerebro y suele aumentar el riesgo de suicidio.
Sus demonios internos
Para él, todo parecía ir mal en su vida. 35 años de carrera, más de 60 años cumplidos, algunos fracasos y con la esperanza perdida por no saber cómo hacer reír a la gente de nueva cuenta, lo llevaron a tomar una decisión incorrecta.
“No puedo (hacer reír a la gente). No sé cómo ser gracioso”, confesó William entre lágrimas a su amiga Cheri Minns, quien también se encargaba del maquillaje del actor.
Aunque contaba con el apoyo de sus amigos, quienes le hicieron diversas invitaciones para que regresara a los escenarios como monologuista, a Robin le abrumaba esto y terminaba siempre rechazándolas.
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Su prodigiosa memoria le jugó malas pasadas, se sentía vulnerable e imposibilitado para aprenderse los guiones. Además, según la biografía, también presentaba problemas digestivos, problemas a la hora de dormir y problemas a la hora de orinar.
Y no solo eso, su voz había cambiado, perdió mucho peso y, sin saber por qué, sus músculos se paralizaban de una manera inexplicable.
Cuando llegó la hora de un diagnóstico médico, Robin Williams no estaba listo para enfrentarlo. Era Parkinson, le dijeron. “Se sintió atrapado en su cuerpo”, recordó Cyndi McHale, otra de sus amigas que fue entrevistada para el libro.
La soledad
Todo parecía jugarle en contra, así que Robin Williams se aisló por completo. Su tercera esposa, detalla el libro de Dave Itzkoff, era independiente, una de las cosas que marcaba una gran diferencia entre ella y la segunda esposa del actor.
Marsha, además de haber sido la segunda esposa de William, también fue su manager, su confidente, amiga y organizadora de eventos. El actor estaba acostumbrado a ver a sus amigos en las reuniones y cenas que Marsha organizaba.
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Con Susan Schneider todo era diferente. A esto se añadió el diagnóstico médico, su carrera a pique y su fortuna también que no supo cómo afrontar las cosas y se encerró en sí mismo.
Su tercera esposa contó a Itzkoff que el actor empezó a dormir en un cuarto diferente, aislándose de todo incluso de ella.
Meses antes de su muerte, Robin Williams había optado por ingresar a un centro de desintoxicación que había conocido en años anteriores cuando padeció problemas de adicción. Buscaba un refugio, un lugar para meditar y hallarse a sí mismo. No lo consiguió.
“En retrospectiva, siento que tendría que haber pasado más tiempo con él. Porque alguien que necesitaba apoyo no recibió lo que quería”, reconoció su hijo.
El 11 de agosto de 2014 el cuerpo sin vida de Robin Williams fue hallado en su casa en San Francisco. El comediante decidió suicidarse y así terminar con su sufrimiento. Se ahorcó con un cinturón.
Su esposa lo estaba esperando para hacer meditación juntos, pero ese encuentro jamás se dio. Unos amigos encontraron muerto a uno de los mayores cómicos que Hollywood ha conocido.