El mundo del entretenimiento está repleto de ejemplos de antiguas estrellas juveniles que comenzaron sus carreras demasiado jóvenes y acabaron convirtiéndose en una especie de cuento con moraleja acerca de los peligros de la fama. Sin embargo, Christina Ricci -la inolvidable Miércoles de ‘La familia Addams’- ha conseguido lo que muy pocos de ellos lograron: realizar la transición a papeles adultos hasta convertirse en una de las actrices más respetadas de su generación sin perder el norte. De ahí que ahora se niegue a jugar la carta de ‘pobre niña explotada’. “No tengo una película favorita en concreto, pero sí que he disfrutado de algunas experiencias increíbles y me encantaba trabajar cuando era pequeña”, ha asegurado la intérprete en una entrevista a People. “Las dos películas de ‘La familia Addams’ fueron mis días de gloria cuando tenía 10 y 12 años. Eran unos filmes maravillosos en los que participar”. En su caso, la artista no siente que renunciara a ninguna parte vital de su infancia a cambio de labrarse un nombre en la industria. “Me encantaba trabajar. Me encantaba ser alguien con talento, ¡me encantaba ser buena en algo! Y me gustaba mucho todo el apoyo positivo que recibía a diario. Me gustaba contar con la oportunidad de utilizar mi imaginación a diario de una forma que creaba cosas. Resultaba genial poder hacer eso siendo tan pequeña”. En su debut en la gran pantalla, Christina tuvo la oportunidad de trabajar con una entonces jovencísima Winona Ryder y con la mismísima Cher en ‘Sirenas’. Para ella nunca supuso un problema pasar la mayor parte de su tiempo rodeada de adultos, en especial cuando eran tan fascinantes como la cantante y actriz. “Cher era la actriz más famosa con la que había trabajado nunca, ¡y era mi primera película! Se mostró tan abierta y tan amable y generosa... Aprendí un montón junto a ella. Podía preguntarle cómo hacia algo, cómo conseguía llorar, y ella intentaba enseñarme lo mejor que podía. Era maravillosa”, ha recordado.