Tras dejar atrás una juventud definida por los excesos y los problemas con el alcohol y otras sustancias, la actriz Drew Barrymore afronta la perspectiva de envejecer como todo un “privilegio” y por tanto ni siquiera se plantea la idea de recurrir a métodos artificiales para tratar de mitigar los efectos del paso del tiempo. “La clave es descubrir cómo hacerse mayor con gracia”, apunta la intérprete en una nueva entrevista a la edición británica de la revista Glamour, “con humor, con amor propio y respetando el proceso, eso siempre ha sido vital para mí". Otros de los motivos por los que la estrella de Hollywood se ha prohibido a sí misma pisar un quirófano por pura estética es el temor a que pudiera empezar y no saber cuándo parar.
Barrymore se niega a la cirugía estética
“Tengo una personalidad extremadamente adictiva... Jamás he probado la heroína y no quiero recurrir a la cirugía plástica porque creo que se trata de un terreno pantanoso: si probara cualquiera de esas cosas, acabaría muerta muy pronto”, reconoce con franqueza. Cabe destacar que, cuando Drew afirma que no cree en los ‘retoques’, no se refiere solo a las intervenciones mayores, también incluye retoques como las infiltraciones -muy populares entre sus compañeras de profesión- o el bótox. “No tocarme la cara y no intentar alcanzar un estándar de belleza imposible, ese es mi lema. Tengo ojeras. Hace poco fui a la consulta de un dermatólogo que me preguntó si podía inyectarme un poco de Juvederm bajo los ojos. “Me dijo que así hincharía la piel de esa zona y no parecería tan hundida, lo que empeoraba las ojeras porque reflejan menos la luz natural que el resto del rostro. Le dije que no, pero que le agradecía el consejo porque a partir de ese momento empezaría a utilizar más iluminador al maquillarme”, ha explicado como ejemplo de los trucos a los que recurre para no necesitar cirugía.