¡Estremecedor! ¿Qué dijo Matthew Perry antes de morir? Revelan sus impactantes últimas palabras

A través de las investigaciones se dio a conocer la rutina del último día de vida del actor de “Friends”, lo que reveló la gravedad de su adicción a las drogas

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Matthew Perry nació el 19 de agosto de 1969 en Williamstown, Massachusetts, habría cumplido 55 años

GETTY IMAGES

La trágica muerte de Matthew Perry, el querido Chandler Bing de la serie “Friends”, aún genera conmoción en el mundo del espectáculo.

Unas nuevas revelaciones sobre sus últimos momentos salieron a la luz y dejaron en evidencia la profunda adicción que enfrentaba y las circunstancias que rodearon su muerte.

Los documentos judiciales revelados recientemente detallan las últimas horas de vida de Perry. El actor, quien había luchado públicamente contra las adicciones durante años, se encontraba en un punto crítico de su batalla.

¿Cuáles fueron las últimas palabras de Matthew Perry?

“Dame una buena”, fueron las últimas palabras de Perry, para referirse a una dosis de ketamina, la sustancia que finalmente le arrebataría la vida. Estas palabras fueron la instrucción para su asistente, quién sería también la última persona que lo vio con vida.

La revelación desgarradora de sus últimas palabras subraya la gravedad de su adicción y la desesperación a la que lo había llevado.

De acuerdo con lo informado por las autoridades, el día de su muerte, Perry solicitó ketamina en tres ocasiones, lo que culminó en una sobredosis en el jacuzzi de su residencia.

Kenneth Iwamasa, su asistente personal, quien fue detenido tras el incidente, declaró que administró la dosis fatal y salió de la casa para atender otros compromisos. Al regresar, encontró a Perry sin vida.

¿Cómo lograba Matthew Perry mantener su consumo de ketamina?

La investigación puso al descubierto una red clandestina de distribución de ketamina que abastecía a Perry y a otros clientes adinerados. Médicos y distribuidores, motivados por el lucrativo negocio, se aprovechaban de la vulnerabilidad del actor.

“Me pregunto cuánto va a pagar este imbécil”, decía uno de los médicos involucrados en un mensaje de texto sobre una transacción con Perry. Esta frase refleja la falta de ética y el desprecio por la vida humana que caracterizaba a esta red.

La muerte de Perry puso de nuevo en el foco la relación complicada entre celebridades y los profesionales de la salud que, en ocasiones, priorizan las demandas de sus pacientes famosos sobre la ética médica, por presión mediática a través de su fama o por dinero.

En la historia reciente, tristemente, se recuerdan casos similares, uno de los más sonados sigue siendo el de Michael Jackson, cuyo médico fue declarado culpable de homicidio involuntario en 2011. Cabe recordar que, como su médico, administró una dosis mortal de una sustancia anestésica al rey del pop.

Otros famosos casos de muerte por sobredosis a lo largo de la historia los tenemos con el rey del rock, Elvis Presley y Marilyn Monroe, quienes también obtenían sustancias a través de profesionales de la salud.

En el caso de Perry, se reveló que tanto su médico, el Dr. Salvador Plasencia, como otros involucrados, abastecían al actor de ketamina a precios exorbitantes, en busca de mantener su dependencia.

Adicciones, el lado oscuro de la fama

La muerte de Matthew Perry también puso de manifiesto el lado oscuro de la fama y los peligros a los que se enfrentan las celebridades. La presión constante, la búsqueda de la perfección y la facilidad para acceder a sustancias controladas crean un cóctel explosivo que puede llevar a la tragedia.

“Las reglas se diluyen con las celebridades y eso conduce constantemente a tragedias”, afirmó Harry Nelson, un abogado especializado en salud en una entrevista con la agencia de noticias AFP.

Las circunstancias de la muerte de Perry son desgarradoras. El actor, que había luchado tanto por superar sus adicciones, falleció en soledad, rodeado de la sustancia que lo había esclavizado.

Más allá de los escándalos y las tragedias, Matthew Perry es recordado por millones como el carismático Chandler, cuyo sentido del humor y vulnerabilidad resonaron con una generación de televidentes. Su autobiografía, “Amigos, amantes y aquello tan terrible”, es un testimonio de su lucha, que ofrece un rayo de esperanza a aquellos que enfrentan batallas similares.

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