Por Bang Showbiz @CARASmexico
La cantante Jessica Simpson se ha venido destacando en los últimos años por la pasión con la que vive su papel de madre de tres hijos, fruto de su idílico matrimonio con el exjugador de fútbol americano Eric Johnson, así como por esa mentalidad que le ha llevado siempre a anteponer su vida familiar a su carrera como estrella del pop.
Sin embargo, hasta hace algo más de dos años la intérprete todavía se encontraba pagando las consecuencias de la fuerte adicción a los medicamentos que había desarrollado a lo largo de la década anterior, resultado esta de una combinación tan peligrosa como la que forman la presión de la fama y un grave trauma que arrastraba desde la infancia.
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Ha sido ella misma quien ha querido revisitar ese período tan oscuro de su vida con la publicación de un nuevo libro autobiográfico llamado ‘Open Book’ -del que la revista People acaba de compartir varios extractos: una obra en la que la artista también ha abordado sin titubeos la dependencia a la bebida que marcó parte de esa etapa en la que solo quería evadirse de la realidad más cruda.
“Me estaba matando con tanto alcohol y pastillas. Decidí dejar el alcohol y eso me resultó relativamente fácil, aunque estaba loca por la botella. Me ayudaba a mantenerme complaciente conmigo misma y algo paralizada ante lo que me rodeaba”, asegura la hermana de la también cantante Ashlee Simpson en uno de los capítulos del tomo.
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La experiencia de su niñez que, como se desprende de su duro testimonio, desencadenó este cúmulo de dramáticas circunstancias reside nada menos que en los abusos sexuales que padeció a manos de un “amigo de la familia": unos hechos de los que no informó directamente a sus progenitores al sentirse “avergonzada” y hasta cierto punto culpable de lo ocurrido.
“Me acuerdo de que estaba durmiendo en la misma cama que mi amiga [la hija del presunto abusador] y empecé a sentir cosquillas por la espalda. Y después todo derivó en cosas que me hicieron sentir extremadamente incómoda. Quería contárselo a mis padres, pero no podía evitar sentirme avergonzada y equivocada, aunque fuera la víctima”, señala sobre un suceso que sufrió cuando solo tenía seis años de edad.