Cuando comenzaron a salir a la luz las graves acusaciones que pesan en la actualidad contra Kevin Spacey a raíz del testimonio compartido por el actor Anthony Rapp, que aseguraba que la estrella de Hollywood había intentado forzarle a mantener relaciones sexuales cuando él tenía 14 años y el veterano intérprete 26, la serie ‘House of cards’ que había encabezado hasta entonces decidió despedirle y suspender temporalmente el rodaje de la siguiente temporada.
Su decisión no resultaba demasiado sorprendente en vista de los testimonios que compartieron varios miembros del equipo revelando que Spacey había convertido la experiencia de grabación en un verdadero infierno, pero sí provocaba un interesante cambio en la trama al conceder todo el protagonismo al personaje de Claire Underwood en el drama político.
Por su parte, las pocas veces que se ha pronunciado acerca de la delicada situación en que se había visto colocada contra su voluntad, la actriz insistió en que nunca había mantenido una relación más allá de lo estrictamente profesional con su compañero de reparto y que su principal preocupación era dar un cierre digno a la historia por respeto a sus fans.
En lo que respecta al futuro profesional del oscarizado artista, Wright se muestra muy cauta a la hora de opinar acerca de un posible regreso a la profesión como el que parece estar realizando el humorista Louis C.K., otro artista afectado por un escándalo similar.
“No sé cómo contestar a eso, de verdad que no lo sé... Creo que todo el ser humano tiene la capacidad de rehabilitarse, la capacidad”, matiza.
“En ese sentido, si estamos hablando de dar segundas oportunidades o como sea que queramos llamarlo, entonces sí, sin duda, creo en ello. Se llama madurar”, explica la actriz en una entrevista a la revista The Edit, en la que ha asegurado que no ha hablado con Spacey desde su salida de la producción. “Se pondrá en contacto con nosotros cuando esté preparado, estoy segura. Creo que así es como debería ser”.
A lo largo de la conversación, Robin Wright hace hincapié en que no excusa el comportamiento del actor ni condena la dureza con que se le ha castigado por el mismo, aunque sí se compadece de él.
“Siento lástima por cualquiera que esté bajo los focos de la atención mediática. Es una pesadilla, si logras siquiera imaginártelo. Hacemos un trabajo, compartimos una actuación con la audiencia. ¿Por qué debería importar nuestras vidas privadas?
“Odio esa parte de la industria. Es demasiado invasiva. Creo que la vida personal de cada persona debería ser eso, personal. Lo positivo, lo negativo y lo neutral, lo que sea.
“No debería ser asunto de nadie más. Pero no estoy hablando del movimiento Me Too, sino de los medios y de la exposición mediática. Es una sensación espantosa, que un extraño decida que te conozca”, finalizó.