Por Bang Showbiz @CARASmexico
La obsesión de la meca del cine por la juventud ha sido la culpable de que muchas de sus estrellas perdieran el norte y hayan acabado luciendo unos rostros casi irreconocibles, pero Salma Hayek siempre ha pertenecido a ese reducido grupo de intérpretes que considera una verdadera locura ‘jugar’ con su herramienta de trabajo.
Sin embargo, recientemente estuvo a punto de pasarse al lado oscuro antes de comenzar el rodaje de la comedia ‘Like A Boss’, pero no por miedo a las comparaciones con sus compañeras de reparto -Rose Byrne y Tiffany Haddish- que son trece años más jóvenes que ella.
En realidad, la actriz mexicana quería experimentar lo que implicaría ponerse infiltraciones en labios y pómulos e inyecciones de bótox como las que usaría a menudo su personaje, una alta ejecutiva de la industria cosmética.
“Estaba muy emocionada porque nunca había hecho nada parecido. Quería ver qué sucedía”, ha confesado en declaraciones al portal Entertainment tonight.
Finalmente su siguiente proyecto cinematográfico, para el que necesitaba mostrarse devastada ante la cámara sin maquillaje ni peluquería, le impidió dar ese paso porque no podía quedarle ningún resto de las infiltraciones y tuvo que conformarse con una peluca y unos dientes postizos.
“Puede que fuera lo mejor, puede que me hubiera vuelto adicta o algo por estilo”, ha afirmado para consolarse.
En el pasado, Salma ha confesado que, cuando empieza a fantasear con la idea de recurrir a cirujano plástico, se recuerda a sí misma lo siguiente: “A lo mejor debería dormir un poco más y hacer ejercicio y ser más sana y puede que eso tuviera el mismo efecto que un par de inyecciones de bótox”.