Cuando llega el calor, en las redes sociales comienza oficialmente la temporada de compartir fotografías en la playa y en la piscina a la que se suman sin pensárselo dos veces las celebridades. En su caso, la mayoría de esas instantáneas suelen ser publicadas desde remotos paraísos y parecen más editoriales de moda que selfies vacacionales, pero siempre se puede contar con Salma Hayek para que aporte una dosis de realidad al asunto. Estos días ha ido mostrando a sus seguidores parte de sus vacaciones a través de la esfera virtual, aunque sin revelar el destino al que ha puesto rumbo, previsiblemente junto a su hija Valentina y su marido François-Henri Pinault, y ahora la actriz acaba de subir a su Instagram una selfie sacado en primerísimo plano “sin filtros ni retoques”, como ha aclarado ella misma en los hashtags que lo acompañan, y desde luego tampoco le hacen falta. A sus 51 años la mexicana luce un aspecto impresionante ataviada con un sencillo bikini negro y un sombrero de paja para protegerse de los rayos del sol mientras disfruta de un refrescante baño en unas aguas cristalinas.
¿Cómo cuida Salma Hayek su imagen?
Antes de que algunos mal pensados se apresuren a señalar que el mérito de lo bien que su belleza está adaptándose al paso del tiempo no es solo suyo, sino también de su cirujano plástico, cabe destacar que la intérprete forma parte del grupo de artistas que se oponen -de forma un tanto radical- al uso del bótox y de otras infiltraciones ‘milagrosas’.
“Cuando empiezas a fantasear y pensar: ‘A lo mejor debería ponerme un poco de esa cosa, el bótox, de lo que tan en contra estoy...’, pero entonces me digo: ‘Espera un momento. A lo mejor deberías dormir un poco más y hacer ejercicio y ser más sana y puede que eso tuviera el mismo efecto que un par de inyecciones de bótox’. Eso es a lo que me aferro. Siempre puedo hacer un esfuerzo por ser más saludable”, explicaba para resumir su posición ante la cirugía estética y demás retoques en conversación con la publicación Rhapsody, durante la que no ocultaba que aún no ha conseguido renunciar a dos vicios muy nocivos para el cutis: el alcohol y el tabaco.