En exclusiva para CARAS, la dama del buen decir y su nieta María Levy posan por primera vez juntas y nos abren su corazón.
Por Alejandra Morón
Fotos: Israel Hernández
Ella es una mujer de 77 años de edad, pero eso no le impide tener de mejor amiga a una jovencita de 26 años. Su cariño, amor y respeto resalta a cada instante, se miran con mucho cariño y sonríen ante sus miradas cómplices. Así es Talina Fernández y María Levy, abuela y nieta quienes por primera vez posan juntas para una revista.
“María fue la razón por la que yo no me morí cuando se murió mi hija. Yo no me podía morir con ella porque tenía que ver por María, el gran amor de mi hija. Para mí, fue un privilegio tenerla. Pasamos momentos difíciles en la “aborrecencia”, pero es un ser humano de bien, con vergüenza, con respeto, con ambiciones, sin pisar a los demás. Yo estoy profundamente orgullosa de ella”, dijo la llamada dama del buen decir tras recordar aquel 29 de abril de 2005 cuando Mariana Levy falleció en medio de un intento de asalto. Mientras su abuela se desvive en halagos hacia ella, María no deja de admirarla, de verla cómo platica, y sonríe al saber que Talina se siente orgullosa de ella. “Nada me hace más feliz que saber que estás orgullosa de mí... En mi crecimiento, fueron nueve años de mi mamá y nueve tuyos. Tengo a las dos por igual”. Ante estas palabras y con una gran sonrisa de satisfacción, Talina le asegura, “Pero ahora, los siguientes nueve y todos los que resten, son tuyos”.
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Amor infinito
Entre canciones y cariños se desarrolló la entrevista, Talina le canta a su nieta, ella no para de sonreír, se sabe querida y admirada por quien la cuidó tras la muerte de su madre. “Compartir tanto a su lado ha sido el mayor regalo y la más grande bendición de mi vida. Para mí es tan especial poder decir que es mi mejor amiga. La vida nos hizo abuela y nieta, el destino nos hizo madre e hija y el amor nos hizo mejores amigas. Es el claro ejemplo de cómo la adversidad te fortalece muchísimo, y más cuando hay amor”, expresó la conductora. El respeto y amor es mutuo; y con mucha admiración María le responde: “Nos llevamos increíble, nos reímos mucho, compartimos el amor por la música clásica, me fascina escucharla contar historias y verla ser. Me encanta cuando nos ponemos creativas y me enseña cosas, aunque soy poco paciente, pero disfruto de todo momento a su lado. Es una relación muy linda y siempre aprendo algo a su lado”.
La Dama y la artista visual
Cada una ha tenido que seguir sus propios sueños, María aprende mucho de su abuela, quien en entrevista con Caras México confesó cuál ha sido hasta ahora el momento laboral que más la marcó. “El día que murió Colosio, pues fui yo quien dio la noticia. Él era mi amigo y su esposa Diana Laura era más mi amiga”, dijo para posteriormente recordar aquel fatídico día en el que tuvo que debatirse entre su lado profesional con su lado personal. “Estaba el licenciado Jacobo Zabludovsky pidiéndome información. Entonces yo tenía que medir cuál información le podía dar y cuál no, por respeto a la familia. Recuerdo haber colgado un par de veces las llamadas por no saber qué hacer. De ahí me llevé a Diana Laura a mi casa en Tijuana, allí esperamos a que al licenciado Colosio le hicieran la autopsia y que enviaran un avión para trasladar el féretro a México. Eso sucedió a las tres de la mañana, en una noche fría en Playas de Tijuana. Aquella fue la última vez que vi a mi amiga, Diana Laura”, asegura.
Entre anécdotas de su trabajo, recuerdos y su sinceridad ante las preguntas que le hicimos para la revista Caras, la dama del buen decir cuenta su propia historia y cómo la ha vivido. Mientras tanto María sabe que su futuro está en plena construcción, así que cuando se le preguntó cómo está en este momento de su vida, no tardó en responder: “ahora estoy enfocada en mi carrera como artista visual, porque es lo que me llama, lo que me hace sentido, y si algo he aprendido de mi abuela, es a seguir a mi instinto y hacer eso que me hace sentir plena y viva”.
Inevitablemente la pregunta llegó, “¿Cómo aprendiste a manejar el dolor del pasado?”, a lo que María Levy respondió: “Si te soy honesta, durante mucho tiempo me sentí ahogada y con demasiado adentro. Tanto dolor del pasado no permitía que cosas nuevas y lindas llegaran a mi vida porque no había espacio. Por ello veo sumamente importante trabajar en nosotros mismos. Para mí fue muy duro, pero yo estoy agradecida porque eso me hizo muy fuerte y me hizo valorar tanto a la gente que amo y a tener tan claras mis prioridades”.