La última de las muchas propiedades que solía tener la malograda Aretha Franklin en Detroit, la ciudad donde creció y en la que residió buena parte de su vida, ha sido finalmente vendida por los gestores encargados de gestionar el patrimonio de la diva.
Se trata de una mansión de unos 520 metros cuadrados situada junto al exclusivo Detroit Golf Club, concretamente en Hamilton Road, y según el diario Detroit News su flamante nuevo dueño habría desembolsado 300.000 dólares por tan histórica vivienda.
Como ha explicado la portavoz de la mencionada sociedad administradora, Sabrina Garret-Owens, el comprador no mantiene vínculo de ningún tipo con la familia o los allegados de la reina del soul y la operación inmobiliaria se habría efectuado a finales del pasado mes de octubre.
“Ya no queda ningún inmueble en la ciudad que sea propiedad de [Aretha] Franklin”, ha subrayado en declaraciones al citado periódico local.
La mansión de Aretha
La legendaria intérprete adquirió su ya vendida mansión, la cual dispone de seis cuartos de baño, cinco dormitorios y un amplio garaje con capacidad para albergar tres vehículos -entre otros muchos lujos y comodidades- en el año 1993.
Pero hace justamente una década estuvo a punto de desprenderse de ella para poder satisfacer la deuda de 20.000 dólares que le reclamaba la autoridad fiscal en concepto de impuestos de propiedad que no había abonado.
En el transcurso de las dos últimas décadas, Aretha Franklin se vio obligada a deshacerse de la mayoría de los inmuebles que poseía en Detroit, así como en otras urbes de Estados Unidos, debido tanto a sus puntuales problemas con hacienda como a otros baches económicos de diversa naturaleza.
En cualquier caso, la artista dejó tras su muerte un notable legado financiero que en su mayoría irá a parar a sus hijos Clarence (63), Edward (61), Ted (54) y Kecalf (48), tan pronto como se resuelvan los trámites administrativos ligados a la curiosa circunstancia de que la intérprete no dejó testamento como tal.