En la época de lo efímero y la vida banal, existen ciertas cosas que nos recuerdan la importancia de los rituales. Como es de esperarse, el cognac ha sido de esos destilados que han perdurado a través de los años por su proceso de elaboración meticuloso y su innegable legado en el mundo de la licorería. De entre todas las marcas, resalta una en específico que a pesar de haber llegado a nuestro país hace algunos años, hoy se posiciona como uno de los cognacs más exclusivos y buscados en el mercado. Esto es Louis XIII.
Lo que inició en 1874 como una producción pequeña en la región de Cognac en Francia, se ha convertido hoy en uno de los destilados más importantes y exclusivos a nivel global. Su nombre es sinónimo de lujo, y el tomarlo es todo un ritual. Quien cate esta joya puede darse cuenta, desde su decantador, del grado de craftsmanship que existe detrás de este producto. La botella está hecha por un pequeño grupo de sopladores de vidrio en Francia, con una tapa especial que es exclusiva de cada decantador. Su apariencia rojiza contrasta con los pequeños detalles de baño oro. Este líquido es preservado en barricas de roble francés, tal y como dicta la tradición Louis XIII. Su proceso de añejado, combinado con la madera, revela en el licor distintas notas de vainilla, roble, flores, e incluso caramelo.
Con una simple gota en los labios, se puede saborear estos complejos matices, y se prepara al paladar para una experiencia más profunda. Desde el momento en que se destapa una de las pocas botellas que existen en el mundo, se siente como una experiencia única, que se acompaña de copas del cristal más fino del mundo.
El cognac Louis XIII es ideal para acompañarnos en ocasiones especiales. Su legado y la tradición detrás de este son un testimonio del trabajo de generaciones, que nos han demostrado lo que es el verdadero lujo y la exclusividad en el mundo de los destilados.