Hablar de bienestar integral se vuelve imposible sin tomar en consideración la importancia del sueño. Un buen descanso recarga de energía a nuestro cuerpo.
¿Cuántas horas de descanso profundo son suficientes en las diferentes etapas del ser humano, conoces la calidad de este? Empecemos por mencionar que lo ideal –en un adulto– es dormir entre siete y ocho horas diarias, en el momento en que empezamos a tener una menor cantidad de tiempo es cuando los desórdenes comienzan a aparecer.
En la gran mayoría de los casos se observa una mejoría en nuestra salud, humor, apetito y estado de ánimo al resolver cualquier trastorno que se asocie con el sueño, a pesar de esto, ocupa el último lugar en la lista de nuestras prioridades y no le brindamos la atención que requiere.
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Platicamos con Michelle Grinberg, especialista en sueño o sleepcoach, quien nos orientó y llevó de la mano para entender este proceso y sus diferentes condiciones. Para ella, el sueño es un tema importante, por sus múltiples beneficios, y tomó mayor relevancia tras el nacimiento de sus cuatro hijos –dos pares de gemelos–, ante esta situación, es fácil imaginar la necesidad que enfrentó por develar los misterios que hay detrás de las palabras “buenas noches”.
“La maravilla es que sí se puede enseñar a dormir e inculcar este hábito, que aporta beneficios tangibles en la motricidad, memoria, lenguaje, desarrollo cognitivo y felicidad de todos los seres humanos”, comenta Grinberg.
SALUD O ENFERMEDAD
Es importante saber que nuestro cerebro sufre alteraciones esenciales que merman el estado de alerta, la capacidad de atención y claridad cognitiva si pasamos más de 16 horas despiertos. A esto se ligan también enfermedades como la hipertensión, obesidad, diabetes, problemas cardiovasculares, arritmias, bajo funcionamiento del sistema inmunológico, trastornos del humor y del ánimo, degeneración neuronal, demencia e inclusive un sentimiento profundo de soledad.
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DEUDAS DIFÍCILES DE SALDAR
El sueño es más restaurativo cuando se adhiere a sus fases y al ritmo circadiano, dormir de noche y despertar de día. La sabiduría del cuerpo genera una “deuda de sueño”, de la cual es difícil salir cuando el descanso no es igual de reparador por realizar un trabajo en un turno nocturno, un viaje o el famoso jet lag, así como por razones fisiológicas como apneas, dolores o síndromes, y la factura por pagar es alta, pues las consecuencias impactan de manera directa en nuestro organismo, nos volvemos más susceptibles e irritables a estímulos externos.
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“Sin embargo, la falta de sueño afecta de manera diferente a cada individuo”, comenta Michelle. Para tener una idea si descansamos lo suficiente, la especialista en sueño realiza el siguiente cuestionario: ¿podrías dormir entre 10 y 11 horas después de acostarte durante la noche, puedes disfrutar una película en el cine o leer un libro sin que te duermas? Si tu respuesta es no a más de una de estas, te tengo una noticia, ¡no descansas lo suficiente!
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LA EVOLUCIÓN DEL SUEÑO EN LAS PERSONAS
Desde el nacimiento y hasta los cuatro meses posteriores, la duración del sueño del bebé es variable y se conforma en fases de una duración de 50 a 60 minutos, esta es la razón por la que los pequeños pueden llegar a despertar cada hora.
A una de estas etapas se le conoce como REM en la que hay presencia de movimiento de ojos, los cerebros se encuentran activos y se desarrollan los sueños. La no REM se distingue por ser un sueño tranquilo y es la zona en la que se recupera la energía, se regeneran las células y se producen las hormonas del crecimiento.
Recientemente, se presentaron a nivel global alteraciones en las conductas del sueño, a continuación mencionamos algunas para ver si te identificas con ellas.
¿Tenías horarios establecidos y actualmente tú y tu familia se duermen más tarde? Esto ocasiona que muchas veces no descanses lo suficiente, pues se pierde tiempo de sueño, lo que genera más estrés porque todos necesitamos satisfacer una jornada de descanso para rendir en el trabajo.
Por la alerta sanitaria, en ciertas familias el llevar a dormir a los niños se convirtió en una labor con dificultades para los padres, ya que, con todo y que se pasa más tiempo con ellos, no necesariamente es convivencia de calidad y parecen necesitar más atención, en especial a la hora de ir a la cama, pues implica una separación y si los niños no sienten que su “tanque de atención” se llenó en el día, van a procurar que los papás se queden.
Muchos niños que dormían la noche en una sola fase, ahora despiertan y buscan a los papás porque les cuesta trabajo volver a conciliar el sueño, ya que ellos también pasan por momentos de ansiedad. Debemos evitar –sin importar la edad– temas o situaciones que nos alteren, al menos hora y media antes de ir a descansar. Es vital generar conciencia sobre la importancia de cuidar nuestro cuerpo y brindarle el suficiente descanso, junto a una sana alimentación y rutinas de ejercicios.
ALCANZAR LA META
Algunas de las recomendaciones para mejorar la calidad del sueño que nos comparte Michelle son: tener un horario regular, misma hora de dormir y de levantarse, realizar alguna actividad física o hacer ejercicio, exponernos a la luz natural cuando se hace de día para regular nuestros ciclos circadianos, eliminar pantallas (televisión, celular, computadoras y tablets) una hora y media antes de dormir, regalarnos un ritual relajante previo de ir a la cama, un ambiente de sueño agradable, oscuro y silencioso.
Por último, buscar una temperatura ambiental ideal, entre los 18 a 22 grados centígrados.