Contar con un atractivo físico innegable resulta de gran ayuda a la hora de abrirse camino en la meca del cine y Natalie Portman ha sido considerada una de las estrellas más bellas de Hollywood desde que comenzara su carrera con tan solo 13 años, pero esa ventaja inicial puede acabar convirtiéndose en un arma de doble filo con el paso del tiempo.
En su caso, la actriz ha demostrado con creces que es mucho más que una cara bonita. Además de contar con una extensa carrera por la que ha recibido tres nominaciones a los Oscar y una estatuilla dorada, también se graduó en psicología por la universidad de Harvard tras compaginar sus estudios con el rodaje de la trilogía precuela de ‘Star Wars’ y ha sido aplaudida por su trabajo como cineasta, pero ni esos logros ni todos los demás que ha conseguido son lo primero que se menciona al hablar de ella.
“Como mujer, libras una lucha constante para que no se te valore solo por tu aspecto, porque acaba volviéndose muy tedioso: verte definida por la opinión y la imagen que otros tienen de ti”, ha explicado en una nueva entrevista a la edición británica de Harper’s Bazaar.
“Además, la belleza es, por definición, efímera, no es algo que puedas congelar en el tiempo, es como el aleteo de una mariposa: dura solo unos segundos. Así que no se puede dar sentido y valor a toda una vida en base solo a la belleza”.
Esa queja, que comparten la gran mayoría de sus compañeras de profesión que se han visto encasillas en un rol u otro, no significa que la intérprete no sepa apreciar y disfrutar del lujo y la fantasía que rodean buena parte de su trabajo, en especial el que desarrolla como imagen de Dior.
“Me encantan las cosas bonitas y el glamour, pueden formar parte del lado más dulce de la vida frente a todas las cosas terribles, y eso les confiere un gran valor”, apunta.