La relación de Madonna con el Vaticano es larga y complicada. A lo largo de su carrera, la cantante ha conseguido enemistarse con dos Papas diferentes: primero, fue Juan Pablo II quien pidió que se boicoteara su música en Italia tras el estreno del videoclip ‘Like a Prayer’ y más tarde trató de impedir -sin éxito- que se celebrara su concierto de 1990 en el Stadio Flaminio de Roma como parte del ‘Blonde Ambition Tour’. Quince años más tarde, la cantante regresó a esa misma ciudad con el ‘Confessions Tour’ y arrastrando la polémica que había causado la escena en que salía colgada de una cruz de neones y cristales Swarovski al escenario simulando una crucifixión. En aquel momento la Iglesia volvió a llevarse las manos a la cabeza ante lo que consideraron un acto de hostilidad y una maniobra publicitaria de mal gusto, pero el espectáculo siguió adelante y ella se permitió incluso dedicarle uno de sus temas a Benedicto XVI recordándole que también era “una hija de Dios”.
Las ideas de Madonna para el Papa
Pese a sus desencuentros con la Santa Sede, el actual Papa Francisco es uno de los favoritos de Madonna, que estaría más que encantada de reunirse con él para conocer sus opiniones acerca de algunos de los asuntos que más la preocupan en la actualidad. “Le pediría que habláramos del punto de vista de Jesús sobre las mujeres, y le preguntaría qué cree que pensaría él acerca de las mujeres. Si estaría de acuerdo con que tenemos el derecho a decidir qué hacer con nuestros cuerpos”, ha explicado la artista a su paso por el programa ‘Andrew Denton’s Interview'. “Puede que algún día me invite a sentarme con él. Creo que este podría estar abierto a la idea... de mantener una conversación conmigo”.
Lo que piensa del mundo
En su humilde opinión, la reputación de ‘hereje y blasfema’ que la precede en ciertos sectores no tendría por qué establecer una brecha insalvable entre ambos, ya que a lo largo de su trayectoria vital ella ha atravesado todo tipo de etapas que le permiten tener una visión lo más amplia posible del mundo. “También he vivido como una monja, quitando el hábito, claro. Pero sí que cumplí con lo de la castidad. Todos pasamos por períodos de tiempo en que no mantenemos relaciones sexuales”, ha apuntado. “Sería agradable poder hablar de mi trabajo alguna vez sin que se me presentara acompañando mi nombre de alguna etiqueta. Mucha gente tiene ideas preconcebidas acerca de mí y de lo que hago, y les encanta encasillarme”.