El Capitolio de Estados Unidos ha sido uno de los escenarios de los eventos más importantes de la historia contemporánea pues funge como micrófono para mostrar al mundo el orden máximo como nación o la decadencia de la misma. Por Paola Albarrán En este arranque de año apoteótico, la primer ventana por donde nos asomamos —misma que invadió todos los medios globales— es esta imagen primitiva, vikinga de la parte más animal del ser humano. Lo opuesto a evolución; el comportamiento en masas donde el hombre pierde su individualidad, y por lo tanto, pierde la lógica. ¿Qué es lo hemos desvirtuado con los años?, ¿nos hemos vuelto tan radicales que la tolerancia no entra en el discurso?, ¿hacer política es hacer el bien o se ha convertido en un baile de ego? No es lo mismo ser un líder que tener poder.
Como habitante de un país en vías de desarrollo, realmente disfruto cuando en el gabacho todo funciona. Sin duda, es un sentimiento que te llena de paz, de seguridad, te ordena y entras en el sistema, pues funciona sin cuestionarlo. Entonces, ¿cómo queda una cultura del orden después de estas imágenes que quedarán grabadas en la mente colectiva para siempre? De un líder que intenta mantenerse en el liderazgo aun cuando el tiempo se le acabo. Me pregunto: ¿realmente un liderazgo tiene fecha de caducidad? o, ¿es que en realidad lo que termina es el tiempo de poder y eso es lo que hace desaparecer a un líder? Cuando el liderazgo no debería tener fecha de caducidad. Este pacto social entre las clases de poder y el pueblo, ¿quién le da poder a quien? Un líder es quien toma los objetivos colectivos y los persigue. Nunca habrá un traje que le quede pues no es necesario entrar en papel para ser líder, te vistes de ideas y de ideales y los persigues paso a paso, palabra a palabra, hecho a hecho.
Rojos y azules, desenlace inevitable, sólo deja abierto y en evidencia la nula capacidad de debatir, de perder en unas y ganar en otras, de enriquecer el discurso social, mas allá de ondear una bandera con un emblema que segrega, aunque se piense que empodera. ¿Qué es lo que nos dice un primer mundo guiado con “fake news” que caben en 280 caracteres, y que con música de fondo “Gloria” celebra la poca congruencia y el decadente valor humano que deja abierto a miles de interpretaciones, que son dañinas para la memoria histórica? Hoy es más noticia limitar una red social que tener acceso a los códigos nucleares. ¿Qué hiere más?, ¿que destruye más?, ¿qué construye mas? Todos tenemos entre las manos armas poderosas: palabras y caracteres que se pueden publicar.
MAGA, por sus cifras en inglés Make America Great Again, me atrevo a traducir por su significado en español. Maga es aquella que hechiza, que engaña, que miente; magia es mentira, movimiento oculto ante los ojos, y como espectadores aunque sabemos que hay engaño; el mago jamás revela sus secretos. Estoy de acuerdo en no estar de acuerdo. Reconozco que entre amigos y grupos se crean códigos de aceptación, se crean lenguajes e ideales, que pueden orientar o que nos crean más desorientación. Sin embargo, cuando estos amigos o grupos pertenecen a los grupos de poder ellos permean en una sociedad cada cosa que se platica entre ellos y escurre de esta “burbuja aislada” a todos los que estamos fuera de ella. Permea en una sociedad sedienta de justicia y hambrienta de lideres que luchen por ideales más grandes que ellos mismos. Líderes que luchen por los derechos humanos, que incluyan sueños que se concreten en acciones y ser testigos. Tener la fortuna de visibilizar el cambio de realidades, sin esperar cambios generación tras generación.
No asistir a la investidura que algún día te vistió, buscar el victimismo, el chantaje… son los recursos que un niño utilizaría, y no debe ser aceptado en un mundo donde lo que se exige en mayúsculas es una categoría humana monumental: lideres del tamaño de las necesidades. Necesitamos gigantes de la voluntad que sepan guiar a puerto seguro a una sociedad cansada y mareada. Un líder que no sólo nos lleve a un puerto seguro; necesitamos lideres que se enamoren de cada ola, pero se enamoren más de su embarcación y confíen en ella para surcar cualquier mar, disfrutar guiar y llevar a toda la tripulación del país a disfrutar de las aguas calmas a las que todos anhelamos llegar. Confundir tu rol con el cargo es estar desorientado y no saber donde empiezas y menos donde terminas; presidente no es Donald y Donald no es presidente, el poder carcome, todo, hasta la identidad.
Desgraciadamente no es una historia donde se cierra el capítulo y se acaba el libro. Es una historia que siembra descontento histórico, que siembra incertidumbre, que deja puertas abiertas, pues al no cerrar ciclos con la frente en alto es posible que en otras generaciones puedan buscar hacer justicia, pues no podemos negar A los 75 millones de votantes que tuvo Trump. ¿Qué tiene que pasar para tener a los líderes que necesitamos?, ¿cómo podemos identificarlos?, ¿dónde están lideres de la calidad humana y con calidad de resultados? ¿Será falta de miedo?, ¿exceso de comodidad?, ¿resignación? Los lideres nacen de nosotros mismos; lideres que pasen los colores y quieran quedarse en la historia, por haber hecho el bien por el bien ¿existirán todavía? Es hora de voltearnos a ver entre nosotros mismos, cara a cara y con miradas firmes contestarnos. Este 18 de enero conmemoramos a Martin Luther King Jr. quien dijo: “yo tengo un sueño” y el Capitolio de Estados Unidos fue su escenario. 58 años después se vivió una pesadilla… en los mismos pasillos.