Desde muy chico, Luis aprendió a bucear en las playas del Estado de Guerrero, fue ahí dónde desarrolló cierta pasión y afición por el mar y todo lo que conlleva. Tras haberse dedicado a la hotelería por 10 años de su vida, decidió mudarse a La Paz, fue ahí dónde abrió su primer Hotel Boutique.
Dirigiendo el hotel en una de sus ciudades favoritas, Luis tuvo la oportunidad de conocer una granja marina, misma que consiste en la producción y el cultivo de organismos acuáticos. Al asombrarse ante dicho desarrollo, Luis siendo amante del mar, decidió colaborar con los trabajadores de la granja y logró adentrarse en el mundo de la acuicultura.
De la mano de su socio, Álan Espinoza, lograron trabajar en el tema de la ostricultura, aprovecharon ese nicho vacío en nuestro país y hoy por hoy, se encargan de generar empleos, de adentrar a los pescadores y que evolucionen hacia el tema de la ostricultura. “Soy fan del mar y fan del ostión, mi socio y yo logramos entender los beneficios que este aporta al mar. Al darnos cuenta que la cultura del ostión en México, está en pañales, desarrollamos este proyecto con el objetivo de hacer crecer esta cultura. El agua de dónde sacamos el ostión y la almeja chocolata está certificada, todo esto lo hacemos por honor al mar y a la buena comida” declaró Luis.
Recientemente desarrollaron el proyecto Taller de Ostión en la Ciudad de México, un lugar dónde la gente puede ir a comer ostiones y almejas preparadas de diferente manera, desde en sandwiches, con caviar y sour cream hasta la forma más concocida que es limón amarillo con una gota de salsa.
Este par de amigos buscan reducir la extracción y empujar a las pequeñas comunidades pesqueras a dejar de extraer y unirse a la ostricultura, misma que no daña al mar y sus alrededores. “Me dí cuenta de lo importante que esto es para el mundo, estamos acabando con el océano, quiero compartir esta información y esta delicia con la gente de mi país”, comenta Luis.