Erica Valencia- Directora de Ectagono @ericavalenciat Columnista CARAS México Hojas tronando en cada paso, olor a pino, un cielo azul, distintas especies de aves cantando, dentro de una madrugada a mitad de la semana, entre el silencio y una buena plática... una caminata en el bosque en medio de la Ciudad de México que nutre y armoniza. La vida de ciudad: entre la carrera del movimiento de vidas continuamente saturadas, inmersos en una selva de concreto, contaminación como nuestro oxígeno, y convivencias robotizadas, deja atrás el lujo de lo más básico - el lujo de estar en la naturaleza. Si la naturaleza es tan vital para los seres humanos, todos los días deberían de ser el “Día de la Tierra”. ¿Por qué sólo lo celebramos el 22 de abril? Este día, inició un miércoles en 1970, un día ideal para convocar en todo el país de Estados Unidos a una manifestación en favor de la naturaleza, que juntó a más de 20 millones de personas, convirtiéndose en una tradición mundial. Al día de hoy, este día se celebra cada año con más de mil millones de personas y en 180 países del mundo. Desde 1960, comenzó a haber un descontento en los activistas, por caminar en las calles y tener una visibilidad nebulosa por causa de la contaminación. En 1969, Nelson organizó una protesta por el medio ambiente, basándose en aquellas de la guerra por Vietnam. Este comenzó a ser un foro para expresar la preocupación acerca de lo que se estaba viviendo hacia la tierra, los animales, las plantas y otros problemas ambientales. Desde entonces se ganó terreno para mejorar la calidad del aire y el agua en el sector político. La veloz industrialización y la falta de transparencia en las cadenas de producción, las consecuencias de cada decisión que se ha tomado sobre la naturaleza, son, al día de hoy cada vez más complejas de entender y difíciles de explicar. En este día, buscamos que el compromiso de todas y de todos, se extienda hacia todo el año. Te puede interesar: ERICA VALENCIA- ¿CÓMO FORMAR PARTE DE LA RESTAURACIÓN DE LOS ECOSISTEMAS? Es importante hacer conciencia de lo que sucede en la naturaleza, y entender que así como debemos nutrir diariamente nuestros cuerpos, de distintas formas, al igual que nuestras relaciones, tenemos que hacer lo mismo dentro de nuestra relación cíclica con la naturaleza. Ella es hoy nuestro más preciado lujo. Nos regresa y regala nuestro mejor estado de bienestar, abundancia, felicidad, y sentido de agradecimiento. En la Ciudad de México, estamos rodeados de varios bosques y áreas naturales, que se convierten en nuestros pulmones para vivir este lujo. Se pueden visitar a mitad de la semana, los fines de semana, y todos los días. Este año, se volvió mi más preciado regalo, el darme un espacio a mitad de semana, y los fines de semana, para recorrer distintos rincones en esta ciudad, regresando a mi cuerpo su mejor estado del ser. Comer todos los días de la tierra, de mi huerto, y continuamente sumarme a proyectos que están restaurando a la naturaleza se volvió mi más grande convicción, compartida cada vez con más y más personas. Celebrar el día de la tierra es estar conscientes de cómo nuestro bienestar depende de la naturaleza. Y como siempre digo, “lo que es adentro, es afuera; cultivemos, nutramos y cuidemos nuestra naturaleza, porque de esa manera estaremos restaurando nuestro planeta.”
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