Talento, trabajo, disciplina, tesón y pasión. Esteban Hernández es el resultado de esta mezcla, un bailarín con muchos sueños pero con las ideas muy claras y con los pies en la tierra, que salió de su Guadalajara natal a la edad de 13 años para convertirse en un bailarín de talla internacional.
Hoy en día, con tan solo 24 años de edad, puede decir que ha superado esa prueba personal después de pasar por The Royal Ballet School, el Instituto Superior de Arte de Bourdeaux, Francia; la Escuela Nacional de Cuba; el American Ballet Theatre de Nueva York; y la Rock School en Filadelfia; para finalmente convertirse en el Bailarín Principal del San Francisco Ballet, considerado entre los más prestigiosos del mundo.
Este hecho suscitó recientemente, por lo que el pasado 13 de mayo debutó como Bailarín Principal del San Francisco Ballet y ya salió de gira con su nuevo título.
Pero, ¿cómo se logra llegar a la cima?
“Trabajo. Siempre lo he tenido muy claro, lo he aprendido a través de mi padre (Héctor Hernández) que con trabajo, dedicación y constancia todo es posible. Suena a cliché, pero los límites te lo pones a ti mismo. Él me enseñó que no importaba lo que la gente pensara, solo lo que tú quieras hacer”, nos dijo en entrevista en las instalaciones del San Francisco Ballet School, donde el mexicano recibió a CARAS México con una gran sonrisa.
El día que le dieron la noticia de que sería el Bailarín Principal del San Francisco Ballet, Esteban no se lo esperaba, pues su carrera no la trabaja para obtener un nombramiento, sino para ser cada día mejor y superarse a sí mismo.
“Fue inesperado”, nos contó, “mi día empezó normal, la única diferencia fue que Helgi Tomasson, el director de la escuela, dio la clase de ballet y al final dijo que quería promover a dos de mis compañeras como solistas y de repente volteó y me dijo que yo sería el tercero. ¡No me lo podía creer! Para mí es importante tener esta posición porque es una referencia para las futuras generaciones. (Aunque) mi vida no la he trabajado para tener un nombramiento, yo quiero hacer mi trabajo lo mejor posible y superarme a mí mismo”, nos reveló.
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Esteban Hernández y una dinastía de bailarines
La danza la trae en la sangre. Sus padres, Héctor Hernández y Laura Fernández, son bailarines; su hermano Isaac es bailarín de talla internacional —ganó en 2018 el Benois de la Danse como Mejor Bailarín— y algunos de sus otros hermanos y hermanas se dedican de lleno a la danza, ya sea en sobre el escenario o como promotores.
De hecho, sus ganas de aprender a bailar le nacieron cuando vio a su padre enseñar a otros a bailar mientras él veía las clases desde la ventana de la cocina de su casa.
“Justamente estaba hablando con mi padre de esto. Estábamos recordando cómo logramos estar hasta este punto, yo tenía la curiosidad de qué recordaba él y me dijo ‘tú veías las clases de ballet desde el comedor, nadie te buscó’, un día me acerqué a mi papá y le pedí que me enseñara”, recordó.
Aunque era muy pequeño —tenía tan solo siete años de edad— supo desde el inicio que el ballet era para él.
“Mi papá me dijo que nunca sintió que le estuviera enseñando a un niño de siete años, mucho menos a su hijo, porque yo demostraba mucha dedicación (tanta) que parecía que le daba clases a un profesional o alguien ya determinado, y por eso es que decidió apoyarme”, expresó.
Los retos de Esteban Hernández
Llegar a la cima no ha sido fácil, y mantenerse en ella tampoco. Por ello, Esteban sabe que debe mantener los pies en la tierra y que siempre habrá nuevos retos que enfrentar, pues desde sus inicios ha tenido que lidiar con ellos.
“Cuando yo empecé a bailar, muchas personas le decían a mi padre que no tenía las cualidades para bailar, porque yo estaba muy chiquito y un poco gordo. Él siempre me apoyó”, revela.
Pero no ha sido el único reto al que se ha enfrentado, el bailarín mexicano compartió con CARAS México cuáles han sido los sacrificios que ha tenido que hacer para llegar hasta donde esta actualmente.
“Desde muy joven tuve que dejar a mi país, yo tenía 13 años y me fui de Guadalajara a Filadelfia, ahí estudié tres años, y aún cuando estaba con mis hermanas y no me separé de mi familia, sí fue un entorno nuevo para mí. Yo no conocía nada, hablaban otro idioma y había cosas distintas a mi alrededor. Pero yo sabía desde muy joven que era algo necesario para poder seguir aprendiendo”, recuerda, “La verdad es que todo ha valido la pena”, asegura.
En este recorrido, las cosas no siempre han sido felices, pues confiesa que si le pasó por la cabeza claudicar.
“Sí, es algo que pasa muy seguido, hay días en los que no quieres, pero debes de aprender a manejarlo y no dejar que te tumbe. Es normal, aún cuando hagas lo que amas hay días en que dices ‘que difícil’”, reconoce.
Pero sabe que debe continuar, pues al final lo difícil no es llegar a la cima, sino mantenerse en ella.
“Es que, ¿cómo no me voy a levantar?, debes de pensar que es lo que has sacrificado, todo lo que has logrado para poder llegar a ese momento. No solo ha sido mi esfuerzo fue de mi familia, mis maestros y todos los que me han apoyado. Y si me doy por vencido, no solo sería dejar mis esfuerzos, también las de otras 100 personas. Es una plática que debes tener contigo mismo y crear hábitos y yo pienso: ‘que afortunado soy’”, asevera.
Por ello, uno de sus mayores sueños es crear una escuela tan grande y reconocida como lo es el San Francisco Ballet School en México y lograr que muchos niños mexicanos tengan la oportunidad de potencializar su talento.
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“Mi sueño es tener un lugar como este (San Francisco Ballet School) en donde te puedas desarrollar como bailarín, pero en México, en mi casa. Esto me apasiona mucho, pero hay en un punto en el que me pongo a pensar qué tanto estoy contribuyendo yo al desarrollo de la sociedad dentro de mi país, yo creo que estamos en un tiempo en donde necesitamos oportunidades”, reconoce.
Así que espera que algún día no muy lejano su sueño se haga realidad para ayudar a otros a destacar su talento.
“Puede sonar como un sueño guajiro, pero conozco a personas que no trabajan en lo que les gusta porque buscan estabilidad y no tenían las oportunidades necesarias. A través de la danza espero poder abrir un espacio en el que cualquier persona pueda tener acceso a maestros, músicos, lo que necesiten para desarrollar sus talentos”, finalizó.