Antes de que la palabra ‘influencer’ se volviera una moda, la pintora Frida Kahlo y el novelista Salvador Novo lo fueron... sin saberlo.
Ahora que la marca automotriz Ford celebra 95 años de fundación en México han salido a la luz muchas anécdotas divertidas y sobre todo muy culturales que no conocíamos, entre ellos, que la famosísima pintora mexicana Frida Kahlo inmortalizó a la planta en su obra, o que un socialité de los años 20 puso en el mapa a los modelos Lincoln o que un reconocido poeta fue su publicista exclusivo…
La artista plástica
Hablamos nada menos que de Frida Kahlo, la esposa del celebrado muralista mexicano Diego Rivera. En 1931 Frida no era la súper estrella conocida mundialmente de hoy, (su primera exposición fue cuando estaba muy enferma y llegó en cama), el famoso era él.
Diego había sido invitado por Henry Ford a Detroit para pintar un fresco que exaltara el movimiento industrial de la ciudad que prácticamente se pobló a raíz de la apertura de la fábrica automotriz Ford.
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Rivera, que por aquel tiempo estaba de moda en Estados Unidos, acababa de pintar un mural en Rockefeller Center que J.D. Rockefeller mandó tumbar a martillazos porque Diego se negó a quitar a Lenin y la bandera comunista. Afortunadamente, el fresco de Detroit no corrió la misma suerte.
Se llamó The Detroit Industry Murals y existe en el Instituto de Artes de Detroit; su concepto es clásico riverista al juntar elementos precolombinos con la historia de aquel momento enfocado a los obreros de la planta Ford. Se inauguró en 1933.
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Durante su estancia de un año en Detroit, la pareja vivió en un departamentito en el que Frida pintó varios cuadros en una de las épocas más prolíficas de la mexicana, periodo en el que sufrió un aborto espontáneo que la llevó al hospital. Al plasmar su dolor –rasgo característico de sus obras, a veces muy crudas–, dejó ligado a Ford en su obra surrealista que hoy es tan valiosa en el mundo del arte.
- Estas son las obras de Frida en Detroit:
-Vidriería en Detroit: Era más una instantánea del momento, de sus paseos en la ciudad, que un cuadro conceptual. Es de 1932 pintado en sus primeros días en Detroit.
Foto: artsandculture.google.com
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-Hospital Henry Ford: Es de 1932 y es ella en una cama de hospital perdiendo a su hijo; atrás, de fondo, vemos la fábrica de Ford, que la artista había visitado con Diego unas semanas antes. Este cuadro está en el Museo Dolores Olmedo en Xochimilco, CDMX.
Foto: artsandculture.google.com
-Autorretrato de la Frontera entre México y EUA: Aquí Frida plasma su idea de la biculturalidad de los Estados Unidos; es notoria la planta River Rouge de Ford, con todo y sus columnatas de humo con las letras de la marca. Esta pintura se encuentra en el Detroit Institute of Arts y es de 1932.
Foto: artsandculture.google.com
El primer embajador de una marca
Hoy nos parece muy normal ver “influencers” en redes sociales y embajadores de marca mostrando los productos que les prestan para promocionar, pero el verdadero significado de un embajador es un cliente que compra, conoce el producto y comparte su experiencia creando una opinión positiva en los demás.
En 1925 existió un personaje así: el joven empresario y conocido socialité de su tiempo Othón Vélez, amigo de Emilio Azcárraga Vidaurreta desde la juventud. Othón era fan de Lincoln, la recién lanzada marca de lujo de Ford –llamada así en honor al presidente de EUA Abraham Lincoln– y que apenas empezaba a exportarse a México.
Enamorado de su auto se animó a hacer un roadtrip temerario desde la Ciudad de México hasta Veracruz en una época en la que las carreteras federales no eran lo que ahora: piedras y lodo, caminos de terracerías expuestos a los peligros del ambiente.
El rumor de que un “catrín” andaba por la carretera en un vehículo extraño (por entonces abundaban en México los “Fordcitos” como se le llamaba al T-Model) causó expectativa y se corrió pronto; al llegar al puerto lo esperaban un periodista un fotógrafo para plasmar la hazaña en la revista Automóvil de México que lo hizo muy popular y por lo tanto al auto.
Othón no solo se compró un Lincoln sino que más tarde se convirtió en concesionario. Su nombre quedó ligado a la marca y así se convirtió en le primer “embajador” de un auto cuando aún no existía el término ni lo habían descubierto los mercadólogos.
Por cierto, Henry Ford exportaba sus coches de la mano de la familia Azcárraga y la relación continuó con su hijo Edsel, quien abrió la primera concesionaria en México en Bucareli el 26 de agosto de 1925.
Cuando no existían Kitt ni el Bullit
Los autos que han sido protagonistas de series o películas quedaron para la historia pop de la segunda mitad del Siglo XX0, pero casi ningún listado considera a los autos de las primeras décadas… La película silente mexicana El Atomóvil Gris, basada en una historia real en México ocurrida en 1915 y dirigida por Enrique Rosas tiene un coche como “protagonista”.
Rosas eligió de personaje estelar a un policía real que participó en la investigación de una banda de asalta bancos, también filmó en vivo el arresto y el posterior fusilamiento de los delincuentes y lo incluyó en la cinta. ¿Qué tiene que ver Ford? Que los delincuentes solían escapar en un Ford Model T gris chocolate (no importado con legalidad), tras cometer sus fechorías.
La cinta fue reeditada y sonorizada en 1933 y es una joya sobreviviente del incendio de 1982 en la Cineteca Nacional en el que se perdieron muchas películas históricas.
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El apoyo de Salvador Novo
El famoso poeta de la generación de “Los Contemporáneos” y cronista de la Ciudad de México fue muy activo desde los años 20 hasta bien entrados los 60, época en la que fue apoyado por la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz (y que aún le trae críticas póstumas al escritor) y hasta tuvo un programa de televisión cuando esta empezaba en 1948: “Las charlas de Salvador Novo”, que se transmitió por Telesistema Mexicano bajo la producción del creador de la tele a color: Guillermo González Camarena.
Pues bien, Novo –quien como dato cultural fue uno de los primeros personajes públicos abiertamente gays– escribió un texto intitulado “Elogio al automóvil” en la publicación El Joven, en 1925, cuando empezaba a figurar en el muno literario:
“Con la revolución, por fin, hubo ya tantos coches como generales. Los días de campo fueron más frecuentes y la automática conquista de la humanidad empezó a ser don de todos. No puede hablarse de automóviles sin mencionar a Henry Ford, que un genio como Edison, como Franklin, por cuyas gestiones todo el mundo puede tener rayos en casa y victrolas en abonos. Persona como sólo las producen los Estados Unidos, nos izo posible el viaje rápido por sólo diez centavos en los camiones , y la dejada a precio convencional, dando, al propio tiempo , oportunidades nuevas de vida a quien vendan gasolina, laven coches, o cobren pasajes, y nuevas maneras de morir a quienes manejen , vaya a casa o atraviesen la calle”.
Además fue un brillante publicista en sus tiempos mozos y socio de la famosa agencia Augusto Elías que aún existe y entre sus clientes estaban Carta Blanca y Ford, que él atendía personalmente y creaba los copys.
Así como hoy estos fueron los periodistas, artistas y celebridades del pasado que fueron “influencers involuntarios” de una marca que sigue arraigada en la cultura urbana del país.
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