NOTA DEL EDITOR: Esta entrevista se realizó para la edición del mes de abril de 2010 cuando “El Teacher” cumplía 10 años en el Noticiero. Este mes (abril de 2010), el noticiero más importante de la televisión mexicana, que se transmite por el canal 2 a las 10:30 de la noche, cumple 10 años al aire, y aunque su titular prefiere hacer las preguntas, tuvimos la suerte de platicar con él acerca de su historia en el periodismo y la televisión. Además, nos prestó infinidad de fotos de su archivo personal para que las publicáramos por primera vez. Entérate de por qué durante 19 años se dejó el bigote, si sabe por qué le dicen el Teacher, de lo que le dijo Cantinflas después de que lo corrieran públicamente de su trabajo, de su experiencia cuando tuvo cáncer, de la razón por la que nunca se tituló y más. Para realizar este artículo, teníamos que esperar a que llegara un momento muy especial, ya que Joaquín López- Dóriga no acostumbra dar entrevistas. Se acercaba el décimo aniversario de su noticiero, así que era la oportunidad perfecta para que se animara a celebrarlo con nosotros y por suerte, ¡aceptó!
Tuvimos varias reuniones con él en su oficina de Televisa Chapultepec, algunas para elegir las fotos que aquí aparecen y otras para realizar nuestra sesión, en la que accedió posar con smoking, salir a la calle en plena avenida Chapultepec y ¡subirse en una bicicleta! Siempre llegó puntualísimo a las citas, con buena actitud y contento de revivir momentos inolvidables de su vida a través de cientos de fotografías que hacía mucho no veía. Como es muy organizado, adelantaba los preparativos de su noticiero para dedicarnos el tiempo suficiente. Se veía tranquilo y en confianza, pero cuando nos confesó que nunca había hecho algo parecido a este artículo, aumentó un poco nuestro estrés para que todo saliera perfecto; después de todo, es ?el rey de las noticias?. A Joaquín no le gusta comentar mucho acerca de su vida personal y se siente más cómodo hablando de su trabajo. De joven era todo un galán, noviero y rompecorazones. Le gustaba andar en moto, pero ahora dice que ya no lo dejan su mujer ni sus hijas. Cuenta con una memoria privilegiada, es muy disciplinado, simpático y buen consejero. Le encantan las corbatas, en su oficina tiene un cajón lleno de ellas, y no ha repetido ninguna al aire, pero lo que sí usa seguido, son unas mancuernillas con el escudo de Superman. Con el Teacher, como también se le conoce, hay infinidad de temas que abarcar, pero de todo lo que nos platicó, esto es lo que les queremos compartir. SUS COMIENZOS Joaquín López-Dóriga Velandia nació en Madrid, España, el 7 de febrero de 1947. Su padre, Joaquín, era ingeniero naval y militar; y su madre, María José, doctora en Filología Románica. Era sólo un niño cuando murió su papá, y se vino a vivir a México junto a su madre y su hermana, María Cristina ingresó al Instituto Cumbres, distinguiéndose como buen estudiante, a quien le agradaban los deportes: “Me gustaban el futbol y la natación; sacaba buenas calificaciones, pero no porque fuera un matado, sino porque ponía atención en clase y no hacía travesuras. Todavía conservo amistades de esa época. Miguel Abed es mi amigo desde tercero de primaria”. Posteriormente, estudió leyes en la Universidad Anáhuac, y durante ese tiempo tuvo su primer trabajo en el periódico El Heraldo de México, propiedad de la familia Alarcón. ?Entré a El Heraldo porque ?Óscar Alarcón Velázquez habló con el padre Pardo, rector de la Anáhuac en ese tiempo, y le dijo que si veía a alguien con inquietudes o facultades periodísticas, que se lo mandara, y me envió con él?. En El Heraldo empezó haciendo de todo: desde notas de deportes hasta sociales, para la revista Los Cuic. Nunca ha tenido preferencia en cubrir algún tipo de noticia, le da igual que sea de política, farándula, nacional, internacional o financiera.
“Estuve haciendo de todo en el periódico: sociales, espectáculos; cubrí la Olimpiada de 1968 para la sección de Deportes y el Mundial de 1970, porque lo importante es estar donde está la nota”
PERDI UN TÍTULO, PERO GANÉ UNA CARRERA El titular del noticiero más importante de la televisión mexicana nunca se tituló, ya que su pasión por el periodismo era más fuerte que cualquier otro asunto; tanto, que prefirió irse a Cabo Kennedy a cubrir la nota del lanzamiento del primer hombre a la luna, que presentar sus exámenes: “Pertenezco a la primera generación de la Escuela de Derecho, pero cuando iba en quinto semestre fue el lanzamiento del primer hombre a la luna. Como trabajaba en El Heraldo, tenía la oportunidad de ir a presenciarlo. Ser testigo de la llegada del hombre a la luna, en su momento, era como si hubieras podido ver la llegada de Cristóbal Colón a América. En la fecha del lanzamiento del Apolo XI yo tenía que presentar dos materias, pero preferí cubrirlo. Todavía las debo. Era julio de 1969". Entre las coberturas que realizó en esos años para el periódico, una de las que más recuerda es la del movimiento de 1968, que siguió hasta la madrugada del 3 de octubre, pues se impresionó mucho; esto le valió su primera planta laboral. “Nunca había visto tantos muertos en mi vida como los que vi en la plaza de Tlatelolco, y sentí miedo porque era de noche, había soldados y policías. Como a las 11:30 o 12 de la noche me fui en una ambulancia al hospital de la Cruz Verde, pasé al anfiteatro y eso me sacudió mucho. De ahí me dirigí al periódico, me dormí en la redacción y llegó Esta es la foto de su primera entrevista, se la hizo a Manuel Espinosa Yglesias, en el aeropuerto de México. “Don Ga (así le decían a Gabriel Alarcón Chargoy, fundador de El Heraldo de México), que siempre llegaba a las 8 de la mañana, y me despertó. Me preguntó: '¿Qué haces aquí dormido?’, y cuando el jefe de información se lo contó, esa misma mañana me dio la planta, era el 3 de octubre de 1968". Joaquín ha trabajado en otros diarios, como Novedades y Milenio, y dice que las lecciones importantes que ha aprendido en los periódicos es que hay que ir tras la nota, aunque para eso se requiera de gran sacrificio personal.
“Para mí, no hay noticias buenas ni malas, sólo noticias; punto. La enseñanza fundamental es ir tras ella, ‘perrearla’, y con eso va de la mano que aquí no hay horarios, días de familia, amigos, juegos de póquer, fines de semana, ni Navidades ni ?puentes?. Pero no importa, porque cuando te gusta esto, no lo resientes; malo que fuera contador público, con perdón de ellos”.
“Estuve seis meses ahí, aunque parece que fueron años. En marzo, Emilio anunció al aire que yo me iba a la noche en lugar de Guillermo Ortega, y que en la mañana se quedaban Jorge Berry y Lourdes Ramos. El lunes 3 de abril arrancó el noticiero de la noche.”
LOS ERRORES AL AIRE
El Teacher nos confesó no saber el origen de su famoso sobrenombre, “creo que a algunos se les hacía muy largo eso de López-Dóriga, pero la verdad no tengo un punto ni un momento; tuvo que haber sido en los años setenta”, también nos cuenta que no todo ha sido miel sobre hojuelas en la grabación de sus programas y recuerda muy bien su peor experiencia en uno de ellos. “Mi primer día al aire en el noticiero de la mañana fue un desastre, porque no sabía que el productor y director nunca había hecho un programa en vivo. Era mi director de Chapultepec 18, y ese programa era grabado una vez a la semana, pero nunca había hecho un programa en vivo menor a tres horas, y resultó un desastre. Pedía algo y me daban otra cosa, hablaba yo y salía Lourdes Ramos, hablaba ella y salía la compañera del tiempo, decía ‘vamos a Toluca’ y salía Hermosillo... terrible. Cuando acabó, dije: 'Éste fue nuestro último programa, porque nos van a despedir. Es una vergüenza que hayamos hecho esto hoy en Televisa’. Realizamos ajustes, me cambiaron de director y lo demás lo borré de mi disco duro (risas)”. En su programa de la noche le fue mejor, y aunque nos recalca que los percances son cotidianos, asegura que ninguno como ése. López Dóriga trabaja con su equipo de siempre y dice que antes de contratar a alguien, se fija en una cosa: “Que sean unos enfermos de esto, del trabajo”.
LAS ENTREVISTAS
Entrevistar es de sus actividades cotidianas y se prepara mucho para realizarlas. Entre éstas destacan las que hizo a Juan Pablo II, Yasser Arafat, Ronald Reagan, James Carter, Fidel Castro, Pablo Neruda, Octavio Paz, Bill Gates, Indira Gandhi, Alberto Fujimori, José María Aznar, George Bush, Condoleezza Rice, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón. Recuerda que de las entrevistas más difíciles fue la de Indira Gandhi, “porque le hice 36 preguntas en 25 minutos, como que ese día no estaba muy elocuente la señora. Pero cada entrevista tiene lo suyo; para mí, son como la lidia de un toro: no hay dos iguales, no hay dos toros idénticos, no hay dos entrevistados parecidos, aún la misma persona en circunstancias diferentes es otra lidia de entrevista. Me preparo mucho para cada una. Por ejemplo, si es de perfil, me informo quién es, qué ha hecho, etcétera. Esto lo investigo a través de fuentes directas, biografías, declaraciones y de fuentes indirectas a través de opiniones, versiones, información de gente allegada al entrevistado. No me pongo nervioso, pero me preocupo por que quede bien, por lo que pueda aportar el personaje, que sea trascendente”.
LOS RECLAMOS
Cuando se pone medio rudo con sus entrevistados, es porque siente que se están queriendo pasar de listos. “Cuando siento que me están tomando el pelo, digo: ‘A ver, un momento, vamos a respetarnos, que Con Carlos Salinas.no me tomen el pelo a mí ni a la gente’”. De los reclamos post entrevistas, nos asegura que no sabe si los hay, ?porque como no hablo con ellos antes de la entrevista ni después, no me entero. Seguro que deben reclamar?. Confiesa que no ha perdido amigos a causa de su trabajo porque son muy pocos: “Son muy contados, y no tienen que ver con esto”. Y cuando la gente conocida se enoja con él por las entrevistas que no les parecen, Joaquín responde que “son conocidos de ocasión, de la posición, yo tengo muy claro que a veces me invitan a cosas, pero no están invitando a Joaquín, sino al conductor del noticiero del canal 2 a las 10:30 de la noche, llámese como se llame. Si fuera otro, lo invitarían a él, no a mí. Lo tengo muy claro porque ya lo he vivido, ya me han corrido, ya me han dejado de invitar, y te vas dando cuenta. Es una gran ventaja tenerlo claro. Además, hay cosas que te deben pasar de joven para que no te ocurran de mayor”. Con José Luis Rodríguez Zapatero.
LAS NOTICIAS ANTES Y DESPUÉS
Durante estos primeros diez años al frente del noticiero más visto del país, Joaquín cree que los cambios más importantes en las noticias y en su programa pasan por dos vías que han sido vitales para estas transformaciones: las políticas de información y la tecnología. “Hoy el país es otro, pero hoy es otra Televisa y ha cambiado la generación del primer equipo de la empresa, son jóvenes arrojados, de una inteligencia que a veces te asusta. Es una Televisa que mido mucho cuando hay noticias graves o importantes, porque la gente se vuelca en el canal 2. La tecnología es algo asombroso, la primera vez que fui a Vietnam tenía que mandar mis reportajes a través de una agencia inglesa, hoy es por un satélite, o por cinco o diez. En Bagdad teníamos siete satélites simultáneos transmitiendo en vivo. Yo le doy mucho peso a Internet, porque vengo de la generación anterior y sé lo que era trabajar sin esto, o las ventajas maravillosas de trabajar con esto, las herramientas son alucinantes. No tengo Twitter, porque no me da tiempo de atenderlo”.
SU LADO PERSONAL
Estuvo en Vietnam dos veces, en una guerra civil, guerras centroamericanas, golpes de Estado en Argentina, Perú, Ecuador y en Irak, “ahí vas blindado con la bendición de Dios, porque las balas no reconocen credenciales. Lo que más me conmueve son los niños. En Vietnam era terrible verlos mutilados, huérfanos, devastados. Las mujeres y los niños son quienes más me afecta de las guerras, porque los políticos nunca salen heridos: Blair, Bush, Aznar... ellos nunca”. Pero a pesar de su trabajo y trayectoria, para Joaquín López-Dóriga no hay mayor orgullo que su familia: su esposa Adriana y sus cuatro hijos, Joaquín, Guillermo, María José y Adriana. En su poco tiempo libre (porque empieza su día a las 8:30 a.m. y lo termina a las 2 a.m.) no hay nada mejor para él que estar con su mayor adoración, ?los fines de semana son exclusivos de mi familia. “Durante la semana me levanto 8:15 a.m., me tomo un café, hablo a la radio, leo todos los periódicos y portales de la mañana, veo a Loret de Mola y cuatro días a la semana camino o hago bicicleta. Desayuno fruta, huevo, cereal o quesadillas; me baño, vengo a Televisa y tengo otra reunión telefónica para ver cómo va el programa de radio. Duermo, pienso y sueño en esto; todo te lleva al mismo círculo. “Todo es informativo, cuando me voy a la radio, ya tengo un panorama completo; no hay un guión, todo ocurre en ese momento. Sólo como fuera de casa dos días a la semana; no voy a desayunos ni a cenas, las dos comidas son de amigos o de asuntos de Televisa. Llego aquí a las 5:15 p.m. y a las 5:30 p.m. estamos sentados para hacer el noticiero y salimos hasta las 12 de la noche. Ceno atún o un sándwich, y saco mi ropa del día siguiente la noche anterior, por que por la mañana ya estoy en el ácido. Oigo respirar a mis hijas, las veo, las tapo y me duermo”. SU BATALLA MÁS DIFÍCIL El ‘Teacher’, no sólo ha sobrevivido a guerras, golpes de Estado, amenazas, un problema circulatorio y superado vicios, sino que quizá su batalla más difícil fue vencer el cáncer, tema del que poco habla y pocos saben. Pese a que la lucha fue ardua, no dejó de trabajar ni a medio tratamiento. “Tuve cáncer de colon en 1993. Lo detectaron a tiempo por una peritonitis, y me operaron. Me dieron tratamiento, mi quimioterapia. De eso han pasado 17 años (en 2010), a los cinco quedé totalmente curado. Adrianita tenía dos años, pregunté si tenía cura y me dijeron que sí. Busqué especialistas, uno era de tratamiento fuerte, el otro no tanto; fui con el doctor Juan Zinser Sierra, que es una eminencia. Salí adelante. A veces no era tan fácil, pero conté con el apoyo de amigos y familia; eso me ayudó mucho. De la quimio me iba a El Heraldo a escribir mi columna. No podía permitir que eso me doblara”. Joaquín no se dejó derrotar por la enfermedad, con trabajo y cariño superó esa mala etapa y, 17 años después, sólo queda como un reto más que logró superar con la cabeza en alto. EL FUTURO ¿Qué le falta por conseguir a este hombre? “Un fin de semana completo (risas). Tiempo, pero en su momento lo tendré. En lo personal, me falta ser más alivianado cuando trabajo; me gustaría exigirme un poco menos. No azotarme tanto cuando cometo un error o algo no funciona como yo quiero, ser más tolerante, empezando conmigo mismo. Cuando trabajo, no soy bromista, pero al no estar trabajando soy alivianado y buena onda. Siempre digo que lo importante es reírse. Perdono, pero a veces no olvido. No soy rencoroso, los rencores son como ir guardando un costal que al final te ahoga, te estrangula. Es darle mucha importancia a alguien, no vale la pena”