Inauguró en Madrid, España, la exposición de 67 obras representativas de su padre, el pintor colombiano, Fernando Botero.
Uno de los estilos con mayor reconocimiento a nivel global por su arte figurativo, formas infladas y personajes regordetes, lo posee el maestro Fernando Botero, quien a sus 88 años aún se encuentra lleno de vitalidad y con una agenda al tope de trabajo, así como obras de arte.
Recientemente, se inauguró una de sus exposiciones más importantes en la capital de España en la que el pintor, en siete diferentes salones, exhibe más de 60 cuadros que se organizan según la época e influencia del artista plástico.
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Platicamos con su hija, Lina, quien asegura que esta muestra será una visita obligada para las personas que se encuentren o viajen a la península ibérica.
¿Cómo surge la idea de hacer esta exposición?
Fue una invitación por parte del Ayuntamiento de Madrid para exhibir en El Palacio de Cibeles, que se le conoce como CentroCentro. Un espacio para exposiciones de la talla de la Casa de Alba y Juan Abelló.
¿Cuál ha sido la respuesta del público?
Es una maravilla el éxito, pues desde su inauguración, más de cinco mil personas han asistido, la boletería se agota diariamente.
¿En dónde se encuentra el maestro Fernando Botero?
En estos momentos, mi padre se encuentra en Mónaco. Él no pudo asistir por razones de prudencia y cuidado personal, sin embargo, se involucró mucho. Yo tuve el placer de trabajar –como curadora en esta exposición– junto con Cristina Carrillo de Albornoz.
¿Hasta cuándo va a estar esta exhibición?
En principio, hasta el 7 de febrero de 2021, con la posibilidad de extenderla, depende del desarrollo de la pandemia y las normas del museo y la ciudad.
¿Veremos la exposición en otros países?
Tenemos invitaciones para el 2021 en Bélgica, Japón y otras ciudades de Europa.
¿Qué se aprecia en esta exhibición?
Son 67 cuadros muy representativos de la trayectoria de mi padre, Fernando Botero. La primera sala se dedica a América Latina, cuadros que recuerdan su infancia y juventud en el mundo provinciano de Medellín, Colombia, en los años 30 y 40, así como de los 12 años que vivió en México.
En la segunda sala plasma la religión –a pesar de que el maestro no es una persona religiosa–, es un tema que explora con especial humor y sátira. El tercer salón es en honor a los artistas que más han influenciado su obra.
El siguiente espacio presenta una serie de acuarelas en gran formato con la frescura, rigor y fuerza de un artista, lleno de entusiasmo, a sus 88 años.
La sexta sala es un homenaje a la naturaleza muerta, resalta un tríptico de floreros que habla mucho de la importancia de la colorimetría en Botero. La penúltima sala la dedica a las corridas de toros.
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Este tema es una fuente de imaginación que plasma en pasteles, carboncillos, bocetos y óleos. Finalmente, el circo se hace presente. Fue en el año 2006 cuando mi padre comenzó a visitar las playas de Zihuatanejo.
Allí, por primera vez, presenció un circo, se hipnotizó con la belleza y poesía de este por lo que durante tres días asistió a diversas funciones y ahí comenzó a pintar sobre todo lo que llamó su atención, que con certeza, fue su inspiración en este alegre y característico tema en las majestuosas obras de Botero.