Conoce la vida y obra del poeta y escritor mexicano: Octavio Paz

Octavio Paz: quién es, biografía, frases y poemas del ensayista mexicano

Conoce la biografía del mexicano ganador al premio Nobel de Literatura que ha conquistado al mundo con sus frases y poemas: Octavio Paz.

Hace veintitrés años murió nuestro premio Nobel de Literatura, Octavio Paz. Para recordarlo, realizamos un recorrido biográfico del gran escritor y diplomático mexicano, un hombre que siempre mantuvo sus ideales, aunque éstos no fuesen los más populares en la sociedad. En abril de 1998 no sólo perdimos una gran figura literaria que dejó atrás obras como El laberinto de la soledad o Piedra de sol, también se fue un personaje atípico en una cultura donde se pierde la capacidad de saber decir que no. Te interesa: Si Octavio Paz viviera

¿Quién fue Octavio Paz?

Octavio Paz nace en 1914, es decir, en plena revolución, en una familia imbuida de ideales en este tenor. Mixcoac, donde pasa sus primeros años, es un pueblo en el sentido más estricto, fundado incluso antes de la llegada de los españoles. Un pueblo ancestral que en las primeras dos décadas del siglo estuvo aún abarrotado de casas del XVIII y el espíritu gratamente aburguesado que suelen tener los reductos vacacionales de las clases solventes de la capital. La casa familiar, donde vive con la madre y una tía aficionada a la poesía, es comandada por el abuelo, Ireneo Paz, un escritor de cierto éxito y veterano del ejército porfirista que destaca por su temple liberal. El padre, alcohólico y mujeriego, llamado también Octavio, no es una presencia frecuente debido a su militancia zapatista: es abogado y escribano en las filas del caudillo del sur, para el que trabaja en los Estados Unidos.

Influencias de Octavio Paz

Paz contaría después, en varios contextos, la fuerte influencia que tendrían aquellos primeros años en su formación. Ireneo había acumulado una nutrida biblioteca, donde, sin cencua y sin que nadie oriente ni censure sus lecturas, su nieto se familiariza con los clásicos del pensamiento ilustrado europeo y con algunas “novelas libertinas”. Pero las influencias de sus mayores, directas o indirectas, no sólo son literarias. El pensamiento liberal que permea a la familia, esa apuesta por las libertades civiles y políticas, por el ejercicio constante de la crítica y la fe en las capacidades autogestivas de la sociedad, se dejaría sentir en las últimas cuatro o cinco décadas de su vida, marcadas por una constante labor de análisis político e histórico. Asimismo, Zapata, el emblema histórico de la rebeldía popular mexicana por antonomasia, sería siempre una figura bien considerada por el poeta, pese a su severa evaluación del proceso revolucionario mexicano y el régimen que nació de él. Pero antes de estas convicciones disidentes, Paz enarbola otras muy distintas, de las que sería uno de los primeros en abjurar. Te interesa: Octavio Paz: Conoce las frases célebres del poeta mexicano

¿Cómo comenzó su carrera?

En 1930, el joven de Mixcoac empieza sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria, donde se encuentra con algunos maestros de verdadera élite, como el poeta Carlos Pellicer, que lo pone en contacto con los grandes autores de la poesía mexicana: Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Jorge Cuesta, José Gorostiza. A esta nómina se suman los grandes contemporáneos españoles: Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, y la que acaso es su mayor influencia de aquellos años: el chileno Pablo Neruda. Te interesa: Pablo Neruda: el poeta chileno que le escribía al amor Son nombres que tendrían gran importancia en los años venideros, en muchos casos también en términos personales. Paz se inscribe a Derecho, pero por culpa de estas influencias, entre otras, toma la decisión de no presentar su tesis. Como a tantos escritores, la familia lo había orillado a hacer algo productivo con su vida, a empezar una carrera que le permitiera ganarse la vida decentemente. Como tantos escritores, tomó otros caminos. Concretamente, así lo contó él, dos: el de la literatura y el de la revolución. Una revolución muy distinta a la de sus mayores.

Frases y poemas de Octavio Paz

Foto: Getty Images

Octavio Paz en la política

En el año 37, Paz viaja a Yucatán para formar una escuela destinada a hijos de obreros y campesinos. Pero el clímax de su ímpetu revolucionario, marcado por un marxismo obligado para cualquier joven escritor de la época, no duraría más allá de su siguiente viaje, uno de los más importantes de su vida. El 37 es el segundo año de la Guerra Civil Española. Como es sabido, frente a la “neutralidad” de las potencias democráticas occidentales, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini apoyan sin reparos a los alzados contra la república. Con todo, el gobierno español disfruta de otros apoyos. El más destacado es el de una respetable parte de la intelectualidad occidental, que organiza el Segundo Congreso de Escritores Antifascistas.

Congreso de Escritores Antifascistas

Paz viaja al congreso con Pellicer y Nicolás Guillén, el poeta comunista cubano, a los que en París se suman algunos otros escritores de grandes ligas, entre ellos dos grandes literatos: el francés André Malraux y Neruda. La experiencia, sin duda, es apasionante. En el congreso están, si no todos, muchos de los que tienen que estar, desde comunistas de pura cepa, como Neruda o Guillén, hasta futuros renegados de la fe bolchevique, como Malraux, sin olvidar a varias figuras de convicciones menos fáciles de clasificar pero con claras tendencias democratizantes y antifascistas, como Ernest Hemingway, y el abundante contingente español, en el que están muchos de los poetas que Paz había descubierto en sus días de bachillerato. Pero en esa amplia convocatoria no está ausente la intransigencia. Todo lo contrario. Otro futuro Nobel, André Gide, uno de los mayores escritores franceses y hasta poco antes un convencido de que el paraíso terrenal se localiza en la patria de los soviets, había vuelto de ahí, del primer país socialista, con la certeza de que algo estaba podrido en la patria del proletariado, y podrido de raíz.

Retorno de la URSS

A consecuencia de lo cual publica un libro destinado a la polémica: Retorno de la URSS. Con el entusiasmo de muchos y la aquiescencia de casi todos los demás, en el congreso, donde los escritores comunistas tienen una fuerte influencia, el libro es criticado sin piedad y el propio Gide calumniado sin tregua. Paz es uno de los pocos que deciden dar un espaldarazo al novelista, aunque no demasiado fuerte. Como cuenta Guillermo Sheridan, su mejor biógrafo, en “Un no en Valencia”, un fragmento de su libro Poeta con paisaje , muchos años después Paz seguiría avergonzado de no haber hablado fuerte y más claro, de haber cedido, aunque fuera parcialmente, a las presiones de la mayoría. Aquel linchamiento moral contra Gide marca en Paz el inicio de un camino incómodo, el mismo que desemboca en la quema pública de su imagen. En 1937, Paz se empieza a acercar ya a su condición vitalicia de intelectual minoritario. De cualquier modo, la fe aún tardaría en desaparecer.

Carrera militar

Paz intenta alistarse a las fuerzas republicanas. Es rechazado, en gran medida a causa de que no milita en ningún partido. Sin embargo, en España conoce de cerca lo que implica vivir la primera línea de batalla. El congreso tiene como sede Valencia, pero en realidad los escritores circulan por otras zonas de España en actividades diversas. Es en ese circular que Paz llega a la Ciudad Universitaria de Madrid, donde se desarrollan largos y severos combates donde las líneas están muy cerca, al punto de que en algunos edificios a los enemigos apenas los separa un muro. Ahí tiene una revelación. Al escuchar, tras la pared, cómo hablan entre sí los del otro bando, cae en cuenta de que esos enemigos son tan humanos como él, y de que hay algo inherentemente absurdo en la idea de que es necesario liquidar a aquel que no piensa como uno. Esta aparente obviedad no lo es en ninguna guerra y, particularmente, tampoco en aquella, un conflicto brutal donde los muertos se contaron por centenas de miles y en el que chocaron dos ideologías implacables, brutales, que le costarían a la humanidad muchas decenas de millones de muertos en las siguientes décadas: el comunismo leninista y el nazi-fascismo, que en España probaban armas para la Segunda Guerra Mundial. Paz no saldría de la guerra civil española convertido al pacifismo, una postura que nunca sostuvo, pero sí dueño de una certeza: si entendemos que el enemigo es nuestro semejante, la violencia tiene al menos un límite. A la larga, esta sola convicción destruiría buena parte de sus certezas políticas.

Raíz del hombre

Paz no es propiamente un desconocido en el congreso. Tiene tres libros publicados, el tercero de los cuales, Raíz del hombre, merece comentarios elogiosos de Neruda y Alberti. No son, sin embargo, estos poetas, unos años mayores que él, con los únicos que hace amistad en ese país arrasado por las bombas, los juicios sumarios y los tiros de gracia. Sus pares, con los que se siente más cómodo y más identificado, son los escritores agrupados en torno a Hora de España, publicación de izquierda que, inusualmente, es ajena al clima de división facciosa que a esas alturas desintegra al bando republicano, sin dejar de ser implacable en su crítica de la brutalidad fascista, y conocida porque en sus páginas publica nada menos que Antonio Machado, el decano de los grandes poetas españoles. En vez de viajar a París a la clausura del congreso, Paz se queda con ellos en España. Son días intensos, crueles y, de algún modo, felices. Ahí convive, además, con la crema y nata de la poesía española: el propio Alberti, Miguel Hernández, León Felipe. Pero la sórdida realidad de la guerra termina por imponerse. La República ve acentuado su declive militar, y Paz y su esposa, la novelista Elena Garro, con la que se había casado antes de partir a España, viajan a París, puerto de embarque hacia México.

Publicaciones editoriales

Aquí, el poeta da muestras de esa hiperactividad que lo distinguiría durante el resto de su vida, y que aterriza en todo tipo de disciplinas: publica con regularidad lo mismo poesía que ensayo, hace activismo en favor de la República, dicta conferencias y, desde luego, se juega el físico como editor, una afición que le duraría hasta sus últimos días. No es un vicio nuevo en él: en su adolescencia y primera juventud había fundado dos revistas, Barandal y Cuadernos del Valle de México. En 1938, funda Taller , en la que escribe hasta 1941, cuando cierra, y en la que trabajan varios de sus amigos de Hora de España , llegados a México en el barco Sinaia. En 1943, después de encabezar durante sólo siete números su antepenúltimo proyecto editorial, El hijo pródigo, Paz acepta una beca Guggenheim y emigra a la Universidad de Berkeley. Luego de una escala en Nueva York, llega por fin a París, como miembro del cuerpo diplomático. Francia es su casa hasta 1952. Sus días parisinos son fundamentales por varias razones. “Volvería como una persona completamente distinta a la que se fue”, comenta Paz en una entrevista muy posterior.

Octavio Paz

Foto: Getty Images

El laberinto de la soledad

Y cómo no. En 1950, publica en Cuadernos Americanos su libro más difundido, El laberinto de la soledad, escrito durante su estancia parisina. Es, al mismo tiempo, el libro que más quebraderos de cabeza produce entre los críticos amantes de las clasificaciones genéricas. Lleno de resonancias filosóicas, es una indagación nada académica sobre la identidad mexicana y, a la vez, un ejercicio prosístico con claros impulsos autobiográicos, un breve tratado de historia nacional y una divertida auscultación de nuestros usos lingüísticos. En México había conocido a algunos de los pintores de la más grande vanguardia del siglo XX: a las artistas Leonora Carrington y Remedios Varo, al cineasta Luis Buñuel y al poeta Benjamin Péret. Aunque el movimiento surrealista lanza su primer gran pronunciamiento cuando Paz tiene apenas diez años, en el año 24, en el París de los 40 sigue muy vivo. Ahí, hacia el año 48 o 49, conoce a su gran cabecilla: André Breton, otro maldito para elestablishment intelectual estalinista por sus pulsiones libertarias y su cercanía con el ruso León Trotsky.

Esposa de Octavio Paz

Octavio Paz se casó con la novelista Elena Garro en 1937, de quien se divorció en 1959. Juntos tuvieron a Helena Paz Garro. Te interesa: 7 datos y 5 frases para conocer a Elena Garro Una década después se casó con Marie-José Trianin, la mujer que se entregó al genio literario hasta su muerte ocurrida en abril de 1998.

Poemas de Octavio Paz

De su separación de Elena Garro, publica Piedra de sol , un largo poema que está, sin duda, entre lo mejor de la poesía en español del siglo, y de cualquier época. Representa, quizá, su consagración, pero ni de lejos sus primeros pasos poéticos. En el 49 había llevado a la imprenta Libertad bajo palabra, que reúne toda su obra en verso. El joven poeta, el ensayista comprometido, brillante, atento a todo y a todos, es ahora un poeta consagrado, además de ensayista polémico y ex

LBBBYU

Muerte y legado de Octavio Paz

Paz muere en 1998, enfermo pero con el talante escéptico bien ailado: todavía alcanza, en sus últimos años, a pasar la navaja crítica por el neozapatismo, donde identifica, con ojo de marino viejo, las lacras del leninismo y la intransigencia revolucionaria. Deja atrás un premio Nobel de Literatura, un Cervantes, un Príncipe de Asturias, un Jerusalén, un Tocqueville, un Alfonso Reyes y un Villaurrutia. Y, lo más importante, deja un número casi incontable de publicaciones con su invaluable firma: más de 20 libros de poesía, más de 30 de ensayo (entre ellos unos cuantos clásicos de la crítica literaria y artística) e incluso una obra de teatro, muestra de su generosidad con el trabajo ajeno y su curiosidad sin tregua. Probablemente no habrá otro personaje como el gran Octavio Paz en nuestra sociedad. Un ser atípico en nuestra cultura, por su capacidad de decir no, pero, sobre todo, por su capacidad de decir sí una y mil veces. Antes de irte: Escritores acusados de plagio

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