Nació el 12 de julio de 1904 y sus padres lo llamaron Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, pero universalmente es conocido como Pablo Neruda
Mientras que en Estados Unidos Charles Menches inventaba el cono de helado, y Camille Jenatzy alcanzaba los 106 km/h para establecer un nuevo récord de velocidad automovilística, el 12 de julio de 1904, en la ciudad de Parral, Chile, nacía Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, quien en la edad adulta cambiaría su nombre a Pablo Neruda y se convertiría en el poeta de poetas.
Tuvo un hermano mayor y una hermana menor, ambos nacidos de relaciones extramaritales de su padre.
SU PRIMER AMOR
Dicen que no existe un gran poeta que no haya sobrevivido navegando en aguas tormentosas.
Tristemente ese requisito lo empezó a cumplir Pablo Neruda cuando a las cuatro semanas de nacido perdió a su madre, que murió víctima de tuberculosis. Desde entonces, y por un tiempo, su padre, un obrero ferroviario, tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para encargarse de la familia él solo. Pablo Neruda escribió que “trabajaba hasta doce horas diarias como una bestia bajo el sol cepillando, armando, cortando, remachando, martillando o puliendo los rieles de acero”.
Dos años más tarde se mudaron a la localidad de Tamuco, donde Pablo fue criado “entre la poesía y la lluvia”, como él mismo lo describe en sus memorias.
Ahí su padre reanudó la relación sentimental con Trinidad Candia, una de sus antiguas amantes, y con ella contrajo segundas nupcias.
Para Neruda ella era su mamá y la llamaba ‘mamadre’. Escribió que sus más gratos recuerdos de la niñez fueron momentos a su lado. Fascinado por los impresionantes bosques, lagos, ríos y montañas de Temuco, desde la infancia estableció una conexión con la naturaleza que marcó para siempre su sensibilidad poética.
Amaba los frecuentes recorridos en tren a través de la exuberante vegetación hacia las frías y húmedas tierras australes bordeadas por el más puro Océano Pacífico en ruta a Boroa.
La relación con su hermano mayor fue nula pero mantuvo un estrecho vínculo afectivo con Laura, su hermana menor, a la que llamaba Koneca.
Es posible conocer con exactitud lo que Pablo sentía por ella y la profundidad de la relación entre ambos gracias al libro Cartas a Laura, que recoge el contenido de 28 cartas y 17 tarjetas postales que el poeta le escribió y envió desde ciudades como Rangún, Colombo, Yakarta, Shanghái o Buenos Aires, e inclusive algunas de ellas desde alta mar a bordo del barco de vapor holandés Corneliszsoon Hooft, en el que viajó de regreso a Chile con su primera esposa, la neerlandesa Maruca.
En las cartas consta que con su hermana sostuvo una relación de amistad profunda y complicidad. Además de asuntos cotidianos, le escribió acerca de intimidades de su vida que iban desde su pasión por la poesía hasta las encrucijadas de su ardiente vida amorosa.
Su manejo de las palabras era excepcional, en parte debido a que desde muy temprana edad su ‘mamadre’ lo introdujo al universo de los libros. Fue un estudiante brillante que iba con dos años de adelanto y desde el principio demostró tener inteligencia y claridad superiores.
Con interés irrefrenable leía libros de poesía, filosofía, historia, política y clásicos de la literatura, incluyendo las obras emblemáticas del Siglo de Oro Español. A una edad en la que muchos adolescentes terminan de leer su primer libro, Neruda ya era un pozo de cultura.
A los 13 años publicó en el periódico La mañana de Temuco su primer artículo titulado
Entusiasmo y perseverancia, y en esa época empezó a escribir los poemas que conformarían Crepusculario, su primer libro de poesía.
Tal y como le sucedió al pintor Pablo Picasso cuando, gracias a su obra Retrato de la tía Pepa, a los 15 años se ganó un lugar entre los grandes pintores de su tiempo, con su poema Nocturno ideal, antes de cumplir los 16, Neruda ganó el tercer lugar en un prestigioso concurso nacional en el que participaron principalmente escritores adultos, algunos de ellos poetas consumados.
Ese mismo año empezó a trabajar como colaborador permanente de la revista cultural Selva Austral. Ya metido de lleno en la esfera literaria, conoció a Gabriela Mistral a quien le reconoció en sus memorias una valiosa aportación: “Ella me motivó para que leyera los primeros nombres de la literatura rusa que tanta influencia tuvieron sobre mí”, confesó.
En modo ‘devorador de libros’ hilvanó la lectura de las obras maestras de los grandes novelistas rusos León Tolstoi y Fiódor Dostoyevski, una detrás de la otra, que concluyó cuando aún no alcanzaba la edad adulta. Esta sorprendente proeza cultural contribuyó con la explosión de su creatividad y el florecimiento de su genio.
Pero no todo fluyó tan suavemente. Su padre, un obrero completamente ajeno al firmamento de la cultura, que nunca había tomado un libro y mucho menos leído un poema, enfureció cuando su hijo le anunció que se dedicaría a escribir ensayos literarios y poemas. Acostumbrado a las labores arduas de los obreros cuyos resultados son evidentes,
consideraba que las artes existían para que las mujeres –como su esposa– se entretuvieran leyendo o tocando un instrumento, pero nunca para que un hombre que debía trabajar con las manos estuviera perdiendo el tiempo en eso.
POR QUÉ PABLO NERUDA…
Ante la prohibición de su padre enojado, decidió adoptar un seudónimo para que no lo descubriera como el autor de los artículos y poemas de su autoría que se llegaran a publicar.
El joven poeta Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, que solía firmar como Ricardo Reyes, adoptó el apellido de uno de sus héroes literarios, el escritor, poeta y dramaturgo checo Jan Neruda. El nombre proviene del célebre violonchelista español Pablo Casals.
Acabando de ingresar a la carrera de Pedagogía, obtuvo su primer premio con el poema La canción de fiesta, que fue publicado en la revista juventud y que firmó con su seudónimo Pablo Neruda. A los 19 años, su libro Crepusculario recibió una lluvia de elogios de parte de los intelectuales. Alone, el crítico literario más influyente en idioma castellano, dijo que Chile ya tenía apellido: Pablo Neruda.
Y dijo bien. Asimismo, el laureado escritor chileno Pedro Prado, ganador del Premio Nacional de Literatura, declaró que más que por sus bosques, vinos, políticos y famoso salmón, Chile sería reconocido y recordado gracias a Pablo Neruda.
VEINTE POEMAS DE AMOR Y UNA CANCIÓN DESESPERADA
En algún punto de nuestra vida, en nuestro propio nivel y dimensión, un día todos lograremos nuestro punto más alto, nuestra aportación más exitosa. Para Pablo Neruda el punto cenit de su existencia llegó a los 19 años, con la creación y publicación del libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Este sublime poemario reconocido entre las obras literarias de mayor renombre en lengua española, significó para Neruda su acceso a la inmortalidad.
A lo largo de sus 92 páginas, Neruda destruye el molde del modernismo de Rubén Darío para dar paso a una libertad literaria que, aunque compleja en su elaboración, toca de manera natural las fibras emocionales del lector y logra una comunicación ideal con él.
A excepción de Una canción desesperada, ninguno de los otros veinte poemas tiene título y todos están basados en experiencias amorosas reales del autor con distintas mujeres.
Esta obra maestra rompe con siglos de cánones clásicos y es la piedra angular de la poesía contemporánea.