Heredera de la fortuna familiar L’Oréal, Françoise Bettencourt, ostenta el título de la mujer más rica del mundo con un patrimonio que supera los 100,000 millones de euros. A diferencia de magnates como Elon Musk o Bill Gates, Bettencourt elige un estilo de vida marcado por la discreción, alejado del foco mediático.
Los Bettencourt y su fortuna legendaria
Nacida en 1953, Francoise es hija de Liliane Bettencourt, y de André Bettencourt, un exministro francés. Su infancia estuvo marcada por la riqueza y la influencia, pero también por la tensión en la relación con su madre.
La madre de Francoise, Liliane Bettencourt, heredó el legado de L’Oréal de su padre, Eugène Schueller. El padre de Francoise, André Bettencourt, tuvo un papel destacado en la política francesa como ministro durante las décadas de 1960 y 1970. A pesar del éxito y la riqueza familiar, Francoise describe una infancia marcada por la soledad y la presión de ser parte de una saga familiar millonaria.
Francoise se caracteriza por su personalidad introvertida y tímida. En lugar de la vida social lujosa que otros magnates llevan, ella ha encontrado refugio en la música clásica y la lectura.
Francoise fue educada inicialmente en Marymount por las monjas anglosajonas del Sacré-Cœur en Neuilly, donde aprendió a mantener una compostura imperturbable. Eventualmente, fue retirada de la escuela y educada en casa debido a preocupaciones sobre su seguridad. Esta experiencia fomentó un carácter introspectivo y una inclinación hacia la protección frente a la ostentación.
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Madre dedicada y protectora de su familia
A los 19 años, Francoise se casó con Jean-Pierre Meyers, un joven de una familia adinerada de banqueros judíos. Su unión desafió las expectativas de su familia, marcada por un pasado con episodios sensibles relacionados con el nazismo y el antisemitismo.
La pareja tiene dos hijos, Jean-Victor y Nicolas, ambos integrados en la empresa L’Oréal. Francoise ha procurado una vida familiar discreta, protegiendo a sus hijos del foco mediático.
Consciente de su privilegio, Francoise no ha permitido que la riqueza defina a su familia. Se ha dedicado a la filantropía y así ha inculcado en sus hijos valores como la honestidad y la responsabilidad.
Un estilo de vida alejado del lujo ostentoso
A pesar de su inmensa fortuna, Francoise Bettencourt opta por una vida modesta. Reside en un edificio moderno de dos plantas en Neuilly-sur-Seine, notablemente más reservado en comparación con la opulencia que podría permitirse. Es una muestra de su preferencia por la privacidad sobre el esplendor visible.
A pesar de las posibilidades que su fortuna podría ofrecer, Francoise Bettencourt muestra poco interés en los símbolos tradicionales de riqueza como joyas extravagantes o colecciones de arte de alto valor. Su vida cotidiana refleja una preferencia por la simplicidad y la autenticidad, valores que fueron inculcados desde su infancia.
Francoise disfruta del anonimato como el mayor lujo que un multimillonario puede desear. Su vida gira en torno a su familia, sus amigos, la cultura y la filantropía, viviendo bajo el lema “para vivir felices, vivamos escondidos”
Una de las grandes pasiones de Francoise es la música clásica, dedica hasta tres horas diarias al piano. La música representa para ella una forma de expresión personal y un escape de las demandas de su posición social y financiera.
Compromiso con causas sociales y médicas
Francoise Bettencourt muestra un compromiso activo con causas sociales y médicas, apoyando iniciativas como el Instituto de Implantación Coclear de Isla de Francia. Este interés podría estar influenciado por las experiencias de su madre, Liliane, quien tuvo problemas de audición desde joven.
En un mundo donde la riqueza suele ir acompañada de excentricidades y ostentación, Francoise Bettencourt se presenta como un ejemplo de discreción y mesura. Su estilo de vida sobrio y su afán por el anonimato la convierten en una figura única dentro del selecto grupo de los multimillonarios.
Legado familiar en el mundo de la belleza
La fortuna de Francoise Bettencourt se ha incrementado considerablemente en los últimos años, gracias al éxito de L’Oréal. Su participación en la empresa le ha permitido alcanzar un estatus sin precedentes como la mujer más rica del mundo.
Francoise y sus hijos son los principales accionistas de L’Oréal, una empresa que ha logrado posicionarse como líder mundial en la industria de la belleza. Su participación en la compañía asegura la continuidad del legado familiar.
Francoise Bettencourt representa un caso atípico en el mundo de los multimillonarios. A pesar de su inmensa riqueza, opta por una vida marcada por la discreción, la simplicidad y el compromiso con valores personales y causas sociales.