Saskia Niño de Rivera y Daniela Ancira comparten el interés por ayudar a las personas privadas de su libertad, y mediante sus organizaciones ‒La Cana y Reinserta‒ luchan por la reinserción social en las prisiones. En entrevista nos hablan sobre cómo es la vida en un presidio y los cambios que necesita el sistema penitenciario en nuestro país para reducir la reincidencia.
Por Diana Laura Sánchez y Cecilia Morales Andere
“Se supone que las cárceles deben ser lugares de reinserción social, no las ‘universidades del crimen’ como le llaman”, Daniela Ancira
¿Qué deficiencias ves ahora en las prisiones?
Muchísimas, falta dignificar los espacios, son lugares de mucha violencia. El autogobierno también es un problema terrible que los custodios no tienen el control de las cárceles, entonces se siguen cometiendo delitos desde adentro, lo cual es irónico y totalmente contradictorio porque se supone que las cárceles deben ser los lugares de reinserción social, no las “universidades del crimen” como les llaman, pero insisto y me enfoco mucho en ver como un grave problema que no hay actividades productivas, la gente que entra en prisión está porque no tuvo oportunidades, nunca tuvo educación, quizá un núcleo familiar que la apoyara y que la contuviera, y llegan a prisión a enfrentarse con esos mismos espacios de violencia, de pobreza y delincuencia. Lo que falta adentro es darles a las personas las herramientas para que puedan construir un proyecto de vida distinto.
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¿Cuentan con apoyo del gobierno?
Contamos con el apoyo del gobierno en el sentido de que tenemos un convenio de colaboración tanto con el gobierno del Estado de México como con el de la Ciudad de México para implementar este tipo de programas en las cárceles, al final del día dependemos de ellos para que nos dejen entrar y hacer los talleres, y por esta parte sí tenemos mucho apoyo. Pero en lo económico no tenemos nada de ayuda.
¿Quién maneja las cárceles?
Hay un autogobierno muy fuerte, hay reclusorios en donde el control absoluto lo tienen los internos o los carteles, me ha tocado ir a reclusorios donde literalmente te abre la puerta un interno.
¿Cómo es un día en prisión?
Es raro toparte con un reclusorio que tenga un plan de actividades al pie de la letra, la regla general en mi experiencia es que despiertas y ya no hay nada que hacer. Hay gente que solita se ocupa, que hace talacha para otras internas, lavan ropa, limpian las celdas, pero difícilmente te vas a encontrar un penal ‒no digo que no exista, sí los he visto‒ que tenga un plan de actividades con un horario. También depende de la persona, qué tanto quiera motivarse, es muy fácil caer en la depresión. Creo que, desafortunadamente, en muchos reclusorios hay acceso a drogas, hay muchas mujeres que están drogadas, otras que le echan todas las ganas del mundo, entonces al final sí depende del individuo.
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¿Cuánto cuesta un día en prisión para una reclusa?
Varía mucho, depende de cada estado y del penal, hay donde de plano no hay efectivo porque sí se tiene un control y tienen un sistema de vales de la tienda, entonces, tú compras un refresco y se te descuenta de tu cuenta. Por ejemplo, en Nuevo León me contaban que solo podían meter tres mil pesos al mes a la cuenta, en el Estado de México, en el penal de Neza Sur, trabajan y se va a esa cuenta, entonces ahí sí depende lo que trabajen. La primera vez que pregunté esto, una chava me dijo que ella se gastaba 300 diarios. Hay mucha corrupción, no es nada barato, he escuchado historias de que en otros reclusorios pagan hasta 150 mil pesos al mes por tener una celda privilegiada.
¿Cómo crees que se pueda lograr la prevención del delito?
La delincuencia es un problema multifactorial, no puedo decir que es por pobreza, por falta de educación o violencia, es un conjunto de factores, también tenemos que tomar en cuenta que hay personas inocentes en prisión y aunque ellas no hayan cometido el delito, también requieren de un proceso de reinserción social porque en el penal viven cosas muy fuertes. Hablando de las personas que sí cometen delitos, hay que ver las causas. Estamos haciendo una investigación sobre género y delincuencia, de por qué las mujeres terminan en la cárcel, y nos hemos dado cuenta de que es por la falta de empoderamiento, y aquí me refiero no solamente al económico, sino al emocional, de salir de relaciones tóxicas y codependientes, trabajar mucho en la fuerza de las mujeres. Ahora en cuanto a reinserción social creo que tanto los proyectos de Saskia como el mío son un ejemplo de cómo sí funciona el sistema, en La Cana tenemos un índice de reincidencia solamente del 4% en comparación del 25% que existe a nivel nacional y hay estados que alcanzan hasta el 50%, la verdad es que es una reincidencia bajísima, y es teniendo esta mirada más humana y empática hacia el sistema penitenciario, entendiendo por qué esa persona cometió el delito, trabajando, brindándole las oportunidades que quizá nunca tuvo.
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¿Qué cambios son indispensables para mejorar el sistema penitenciario?
Invertirle en dignificar espacios, en retomar el control de las cárceles, en clasificar por perfil criminal a las personas que están en prisión, no puedes tener al jefe del cartel y a un ‘cuate’ que robó un Oxxo en la misma celda. Se requiere promover actividades productivas, como con el tema laboral, hemos visto cambios impresionantes en las mujeres y no solamente por ganar dinero, sino por primera vez en la vida tener oportunidad de trabajar por ti misma y decir, “yo puedo hacer todo, yo puedo sola”.
“Hace falta abrirnos como sociedad y entender las cárceles como lugares de oportunidad y no de castigo ni venganza”, Daniela Ancira.
¿Qué consideras necesario para que la sociedad voltee a ver esa parte de la población?
Más empatía, abrirnos como sociedad a entender las cárceles como lugares de oportunidad y no centros de castigo ni de venganza, porque es la visión que tenemos. Abrirnos a la idea de que la cárcel como está ahora no resuelve nada y, sobre todo, que las prisiones al final del día se supone que son un lugar para que la gente no vuelva a delinquir y no reincida cuando salga; en la medida en que logramos reducir esos índices es cuando nos volvemos un país más seguro.
¿Cómo fue el primer día que entraste a una prisión y qué sentimientos te generó?
Sentí la libertad, fue muy irónico, pero entendí la libertad, fue el momento cuando supe que mi pasión radicaba en el sistema penitenciario.
“La consecuencia directa del olvido y de la indiferencia social ante el sistema penitenciario es la corrupción y la impunidad”, Saskia Niño de Rivera.
¿Qué opinas del sistema penitenciario en México y qué le cambiarías?
Se tiene que reformar por completo, se encuentra totalmente olvidado, es el último eslabón de la seguridad y se ha invisibilizado en absoluto. La consecuencia directa del olvido e indiferencia social es la corrupción y la impunidad.
¿Qué opinas de las irregularidades que hay en las cárceles?
Es un descuido total de las autoridades y de la sociedad, que no comprendamos que lo que pasa dentro de la cárcel nos impacta directamente.
¿Cuáles son los cambios que se tendrían que hacer para mejorar el sistema penitenciario en México?
Entender que venganza no es sinónimo de justicia y así empezar a hacer los cambios, porque entonces nos vamos a atrever a redefinir el sistema penitenciario y entender para qué es, no solamente como un espacio de castigo.
¿Qué opinión tienes sobre el caso Tadeo?
Tadeo redefine la ingobernabilidad en los penales de nuestro país, nos demuestra y nos grita que la corrupción y la impunidad no tienen límites y eso es lo que son nuestras cárceles. Tadeo, para mí, ha sido el caso más fuerte, lo que nunca imaginé ver adentro de la prisión, la deshumanización absoluta, no solamente de personas que están en el penal, sino de algunas de las autoridades que trabajan en el sistema penitenciario. Faltó muchísima empatía por parte de las autoridades, más compasión desde un lugar de entender la gravedad de lo que estaba pasando y afrontar desde una perspectiva no política, más humana.
¿Cuál ha sido la situación más difícil que has vivido en esta labor de Reinserta?
Una vez que se nos metió la delincuencia organizada al hotel en Chihuahua, estaba con mi equipo, tenían fotos nuestras, entraron para amenazarnos. Estar en ese momento y haber tenido que tomar decisiones puntuales fue muy complicado.
¿Cómo ha sido tratar con personas privadas de su libertad y qué sientes cuando hablas con ellas?
Es lo mejor que me ha pasado, me confronto yo misma a ser mejor, al tener la capacidad y empatía suficientes para ver más allá de un acto y poder entender, eso me ha hecho una mejor persona, me ha enseñado y he aprendido, también he definido los valores más importantes de mi vida a raíz del entendimiento de las injusticias y la miseria humana.
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¿Cómo es la vida de las madres y los niños que viven en prisión?
La maternidad en prisión es muy complicada, muy dolorosa, el tener que comprender que vas a estar lejos de tus hijos ha de ser algo muy triste, el educar por teléfono cuando tus hijos están afuera o el cuidar a tus hijos de la violencia misma que es natural dentro de la cárcel, es difícil. Y de las cosas más desafiantes de la maternidad en prisión tiene que ver con vencer a tus propios miedos y tus propias conductas antisociales, no repetir patrones de violencia con tus pequeños.
¿Cómo atienden la salud mental de las personas privadas de su libertad?
La salud mental es lo más importante que tenemos en la organización y la trabajamos desde un enfoque de psicotrauma, entendiendo que la normalización de la violencia y el trauma durante la infancia y la adolescencia generan factores de riesgo que pueden llevar a conductas antisociales, es uno de los pilares más relevantes con las tres áreas que trabajamos.
¿Cuál es la situación más peligrosa que has vivido en la cárcel?
He estado en motines, la vez que se metió la delincuencia organizada ha sido de lo más complicado, el traslado de los internos de Topo Chico en Nuevo León. He tenido dos amenazas de las autoridades y quienes me han avisado y cuidado han sido los internos.
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¿Estableces vínculos con las personas privadas de su libertad?
Sí, a mí me define mi trabajo, no estoy separada de mi vida personal y profesional, soy mi trabajo y lo vivo al máximo.
“El 80% de la gente que me sigue en Instagram está en la cárcel, a mi me escriben y así fue como me enteré de Tadeo”, Saskia Niño de Rivera.
¿Crees que las personas en prisión te siguen en las redes sociales?
Sí claro, el 80% de la gente que me sigue en Instagram está en la cárcel, a mí me escriben. Así fue como me enteré de Tadeo, me llegó una nota de un medio digital de Puebla, y yo cuando pongo en mis redes sociales que necesito que me busquen algo, me ayudan desde la cárcel. Descubre el artículo completo en la edición impresa CARAS MARZO