Por Cecilia Morales Andere
Por medio de su fundación Plan B, Tatiana Ortiz Monasterio brinda herramientas a 10 mil mujeres que se encuentran presas en nuestro país para que al cumplir su condena tengan los conocimientos de un oficio para mantenerse.
Araíz de la publicación de su libro El futuro es mujer, Tatiana Ortiz Monasterio pudo acercarse a diversos grupos de personas del género femenino, y ahí tuvo la oportunidad de visitar la cárcel y tener un encuentro con la población vulnerable de Almoloya. “Cuando el gobierno me invitó al reclusorio pensé que podía ser más importante enseñarles en tres horas a bordar, que platicarles de empoderamiento. Mi idea era darles algo que a ellas les generara algún ingreso y así fue”. Por tres horas Tatiana, junto a las reclusas, bordó en el piso, asimismo, las mujeres lograron tener paz y tranquilidad, ya que este tipo de manualidad se define como una meditación en movimiento, ese día, en Almoloya se respiró un aire distinto. El taller tuvo tanto éxito que las autoridades le pidieron a Tatiana que regresara. Fue esta la motivación que Ortiz Monasterio necesitó para dejar a un lado todos sus proyectos y dedicarse de lleno a ayudar a mujeres en reclusión para una reinserción social.
“Comenzamos las clases de bordado semanalmente y se empezaron a vender los artículos y, por ende, a generar ingresos, posteriormente conseguí patrocinios de empresas –en especial una firma de videovigilancia– que nos apoyan y hoy tenemos un salón de 150 metros cuadrados en donde se imparten cursos de diferentes oficios”, afirma Ortiz Monasterio. Descubre el artículo completo en la edición digital e impresa CARAS MAYO