Se cumplen 39 años del enlace que paró el mundo: el del joven heredero al trono británico, el príncipe Carlos, y la que con el tiempo se convertiría en princesa del pueblo, Lady Di.
El romance del príncipe Carlos y Diana Spencer no era probable. Él era el soltero más codiciado del mundo y ella, aunque de sangre noble, era una joven sencilla que trabajaba como auxiliar en un jardín de niños londinense y compartía su departamento con tres amigas.
No te pierdas: El hijo ilegítimo del príncipe Carlos
Además, Diana no se imaginaba viviendo en el Palacio de Buckingham; así lo comentó cuando el heredero al trono de Inglaterra comenzó a llamarla. Ella limpiaba el horno, con guantes y esponjilla en mano, cuando sus amigas le comentaron en broma que podría ser la futura reina. Su respuesta fue: “Claro, ¿me imaginan con estos guantes sentada en el palacio?”. Diana conoció a Carlos desde niña, porque las familias Windsor y Spencer eran amigas. Tal era su cercanía y familiaridad, que él le enseñó a nadar. Años más tarde, sus caminos volvieron a cruzarse porque Sarah, la mayor de las Spencer, salió un tiempo con el príncipe.
El romance no prosperó porque la joven tenía problemas con las drogas y el alcohol, y padecía un fuerte desorden alimenticio. Cuando su hermana se apartó, Diana entró en escena. En una comida en la que se sentó al lado de Carlos, ella le comentó lo triste que se veía en el funeral de lord Mountbatten, asesinado en 1979 por el IRA (Ejército Republicano Irlandés, por sus siglas en inglés). Dicha tristeza, le dijo, había roto su corazón.
Esa demostración de sinceridad conmovió al hijo de la reina Isabel II. Pocos días después, invitó a Diana a un concierto del Réquiem, de Verdi, en el Royal Albert Hall. La joven Spencer fue acompañada por su abuela, quien hizo las veces de chaperona, tal y como lo manda la tradición.
Esto ocurrió en julio de 1980. Fue la primera de varias invitaciones durante ese verano. En Inglaterra comenzaron las especulaciones respecto a si la nueva compañera de Carlos, cuya identidad se desconocía hasta ese momento, sería la definitiva.
El príncipe no parecía tener prisa, pero el pueblo inglés ansiaba verlo contraer matrimonio. En septiembre de ese año, los fotógrafos descubrieron que Carlos era acompañado por una misteriosa mujer, cubierta con una pañoleta, a sus caminatas y paseos de pesca en el castillo de Balmoral, en Escocia.
Fue sólo cuestión de tiempo para que el tabloide The Sun revelara el nombre de la novia. Después de eso, los paparazzi no la dejaron en paz un solo segundo.
La joven Diana estaba tan desesperada con el asedio al que la prensa la sometía, que un día accedió a posar ante un fotógrafo con la condición de que la dejara tranquila. Éste le tomó la foto a contraluz, haciendo que su falda se transparentara y sus piernas y ropa interior quedaran expuestas.
La imagen mortificó a la futura princesa y la expuso por primera vez a la crítica. Carlos, en cambio, bromeó sobre el incidente y elogió la belleza de las piernas de su novia, que se había ganado el favor de la opinión pública para ser reina porque reunía dos requisitos: era virgen y protestante.
También contaba con la bendición de la familia real, que la consideraba la candidata ideal por su juventud, belleza, recato y sangre azul. En febrero de 1981, cuando Diana se preparaba para viajar con su madre y su padrastro a Australia, el príncipe le regaló un anillo de compromiso de zafiro, rodeado de 14 diamantes, y le pidió que considerara la propuesta de matrimonio durante su viaje.
Ella aceptó de inmediato. Cinco meses después, el mundo entero vio a la pequeña Diana Spencer convertirse en la princesa de Gales. Su vida, desde ese momento, le pertenecería a la historia.
Las familias de Carlos y Diana se conocían hace años, y durante 1977 él salió brevemente con Sarah, la mayor del clan Spencer. Su interés por Diana surgió en el verano de 1980, y después de varias citas en ese año, la llevó al castillo de Balmoral, la residencia escocesa de los Windsor, en don- de su novia fue muy bien recibida por la reina, el príncipe Felipe y la reina madre.
En febrero de 1981, el príncipe le propuso matrimonio y ella, con 19 años de edad (14 menos que él), aceptó de inmediato pues estaba enamoradísima. Cuando la prensa les preguntó si se casaban por amor, Lady Di contestó “por supuesto”. “Lo que sea que el amor signifique”, respondió él.
Por Alejandra Morón Instagram: @moronitas Te puede interesar: Exhiben vestidos emblemáticos de Lady Di
8 veces en las que Meghan Markle se inspiró en Lady Di