Con dos meses en el trono, los ingleses y el mundo han podido darse una idea de cómo será el estilo del nuevo monarca. A muchos los ha dejado sin palabras: un berrinche, una indiscreción y un dedo fracturado. ¿Comenzamos con el pie izquierdo?
Por Erika Roa Torres
El 8 de septiembre pasará a la historia como el día de la muerte de la reina Isabel II de Inglaterra, pero también, como el día en el que su hijo se convirtió finalmente en el rey Carlos III, después de permanecer, por más de 70 años, a la espera de ocupar el trono. De hecho, fue el príncipe heredero que más tiempo esperó para convertirse en monarca en toda Europa. No era el preferido a ocupar el puesto de su madre, su hijo mayor, el príncipe William, sí que lo era, él y la familia perfecta que ha formado con Catherine, hoy princesa de Gales, así como sus tres hijos, los carismáticos príncipes George, Charlotte y Louis. Ningún miembro en la familia de los Windsor es más popular que ellos. El 9 de septiembre, un día después de la muerte de la monarca, Carlos III y Camila llegaron por primera vez al Palacio de Buckingham como nuevos reyes de Inglaterra, cuando bajaron del auto y caminaron para ver las flores y saludar a la gente, pudimos ver a una pareja de adultos mayores que iban a paso lento, a veces apoyándose uno con el otro. Por supuesto que no era la imagen que los ingleses esperaban ver después del reinado de Isabel II, difícilmente podían concebir la idea de que este matrimonio de la tercera edad pudiera representar el futuro de la monarquía. Por si fuera poco, el bagaje emocional de los actuales reyes, Carlos y Camila, es amplio; pasen los años que pasen, nadie olvidará el fallido y cruel triángulo amoroso que protagonizaron junto a la princesa Diana. Eso es algo que siempre los perseguirá por el resto de sus días. Sin embargo y aunque no es su preferido, los ingleses respetan a Carlos III y le están dando una oportunidad. No hay uno de sus súbditos que esté convencido al cien, pero como suelen ser de educados y propios, los británicos apenas se atreven a expresarlo. Dicen que le darán la oportunidad. Te puede interesar: CAMILA PARKER TRAICIONÓ A KATE MIDDLETON POR ESTA RAZÓN
ACCIDENTADO COMIENZO
Nos ha quedado claro que la situación familiar de los Windsor no vive su mejor momento y es que lidiar con los Duques de Sussex no es tarea fácil, Harry y Meghan representan un verdadero dolor de cabeza. Todos en el palacio les tienen miedo, nadie quiere encontrarse con ellos, saben que si hacen algún comentario o se comportan de alguna manera en la que a Meghan no le guste, es como darle un arma cargada a la ex actriz para que a la semana siguiente los acuse o de racistas o de bullys con la prensa. Quizá esta situación tan desgastante es lo que tuvo al rey Carlos III tan irritable. Nunca lo habíamos visto comportarse de una manera tan errática e impaciente como el pasado mes de septiembre. Francamente a todos preocupó cuando el día de su proclamación estaba firmando un acta con la pluma que le regalaron años atrás sus hijos, los príncipes William y Harry, y cuyo tintero estaba a su lado, sin embargo le estorbaba, e hizo un berrinche con su ayudante porque no lo quitaba rápidamente para firmar. Si acaso media 15 centímetros, era más fácil que él mismo lo moviera a un lado y continuara firmando. No costaba nada. Pero eso no fue todo, su karma con las plumas fuentes continuó los días siguientes en el castillo Hillsborough, cuando visitó Irlanda del norte y firmaba el libro de visitas. Primero, Carlos se confundió de fecha y segundos después, a su pluma se le salió la tinta “¡No puedo soportar esta maldita cosa! Dios, odio esto. Lo hacen todo el maldito tiempo”, dijo levantando la voz como si se tratara de un niño. Aunque entró al quite Camila para ayudarlo, ya era tarde, las cámaras lo captaron y en minutos, el video se había hecho viral, además provocó una ola interminable de memes. Definitivamente, no era el comportamiento que se espera de un monarca recién llegado. Hablando de Camila, poco antes de la muerte de Isabel II, sufrió una fractura en el dedo, sin embargo y ante el fallecimiento de la reina, el cual vino acompañado de dos semanas repletas de ceremonias oficiales y actos religiosos, no pudo guardar reposo como le habían recomendando sus doctores. El sentido de responsabilidad de la reina consorte la sacó de la cama y acompañó a Carlos en todo momento. Pocos se percataron de su dolencia porque Camila no paró esos días, ni mostró ningún malestar a pesar de que sí lo tuvo. Te puede interesar: El cruel apodo que tenía la princesa Diana para Camila Descubre el artículo en la nueva edición CARAS NOVIEMBRE