Han terminado aquellos años en que la realeza era intocable y un ente al cual adorar. O, por lo menos, se dirigen a su final. Especialmente ahora, que las denuncias de Meghan y Harry cobran mayor fuerza y vemos un carácter más crítico en diversos aspectos de la monarquía, no sólo en el territorio británico. Todo está bajo la lupa. Lo que cuestan para el pueblo, lo que representan para un mundo moderno y sus verdaderos impactos en la vida de las naciones que les acogen. Recordemos que no por nada esta forma de gobierno ya fue abolida en la historia y por muy diversos países. Desde hace tiempo que ya veíamos venir una era de cuestionamientos más grandes para la realeza contemporánea, por supuesto. Empezando con la muerte de Lady Diana —que muchísima gente presupone fue un asesinato orquestado por la corona británica—; continuando con los recientes conflictos en diferentes familias reales por sus anticuados hábitos y costumbres. Ya sea por cuestiones de género, despilfarro económico o poco respeto hacia la naturaleza, ahora es el momento perfecto para poner todas las cartas sobre la mesa. En ese escenario podemos hallar claramente la figura de Charlène. Una princesa que, desde Mónaco, ha dado de qué hablar a la prensa más tradicionalista de todas. Que ha escandalizado a las personas que mayor lealtad muestran a las viejas formas de gobernar. Pero que, sobre todo, nos ha hecho pensar qué significa ser hoy una royal. https://www.instagram.com/p/CPGJyKjFv1J/
Quiere concienciar y poner fin a la caza furtiva
En comparación con otras casas reales, como la de España o Inglaterra, Charlène se muestra de una generación actual y respetuosa por la vida. Ahora, activista por la vida del rinoceronte en su país de origen, Sudáfrica, no ha dudado en compartir fotografías del momento en el que ella misma ayudaba en el rescate de esta especie amenazada. La realeza ya no puede seguir apoyando la cacería y Charlène lo sabe.
Con un estilo diferente
Charléne sorprendió a todos en diciembre de 2020 cuando se dejó ver con un moderno corte de half-hawk. A las críticas, ella respondió: «Los comentarios de '¿Pero qué está haciendo?’ y '¡Pero eso no es royal!’ los conozco demasiado bien. Y no tengo nada que decirles, salvo que estamos en el 2021 y que en estos tiempos tan inquietantes, tan difíciles, hay otros temas mucho más importantes que merecen nuestra atención».
Con su propia carrera y legado
Antes de casarse con un miembro de la familia real de Mónaco, Charlène era una nadadora olímpica, representando a Sudáfrica en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. Su madre Lynette fue una ex buceadora competitiva y entrenadora de natación, por lo que Charlène siempre estuvo destinada a ser una profesional del agua. Su carrera y personalidad siempre se han mantenido por encima de lo que la corona pudiera esperar de ella.