Por Gabriella Morales-Casas
El diario Daily Mail reveló en una investigación que el hombre de confianza del príncipe Carlos cabildeaba a su nombre para beneficio de la Fundación Príncipe de Gales a cambio de títulos honoríficos… Un problema más para la reina.
No todos los tabloides inventan chismes o se dedican a hacer malas bromas sobre la ropa de los royals… The Mail on Sunday, The Sunday Times y Daily Mail (todos periódicos hermanos) lanzaron una serie de investigaciones sobre presunta corrupción y tráfico de influencias de la Fundación Príncipe de Gales perpetradas por Michael Fawcett, el hombre de confianza del príncipe Charles, heredero al trono británico. El escándalo atrajo la atención de personajes de renombre que avalan la gravedad del asunto, como el periodista financiero David McClure, especializado en riqueza. “Esto es tan grave como lo que sucedió en España con el rey Juan Carlos I” , dijo a CARAS. El asunto trae los ecos de la caída en desgracia de Juan Carlos I, quien tuvo que abdicar el trono de España en 2014 por escándalos personales y políticos, pero su verdadera debacle vino cuando se supo que usaba su poder como monarca para favorecer a sus amigos árabes en hacer negocios millonarios en España y viceversa (favorecer a sus amigos empresarios españoles para hacerse de negocios en Medio Oriente). La ignominia lo alcanzó en 2020 y en el exilio enfrenta un proceso por lavado de dinero y evasión fiscal, además de la vergüenza inacabable. Esta sombra pútrida amenaza la imagen pública de Charles, príncipe de Gales y primero en la línea de sucesión al trono británico y le echa más sal a las heridas que amenazan con ser fatales para la Corona si el caso de Andrew duque de York avanza en su contra en la corte de Nueva York tras haber sido acusado por pedofilia por Virginia Guiffre. Si bien Andrew no es un posible candidato a suceder a la reina, Charles es el –cada vez más cercano- futuro rey y no hay manera de salir bien librado si se comprueba que estaba al tanto de las corruptelas de su aide-de-camp Michael Fawcett
¿Qué hizo Michael Fawcett y por qué es un problema?
Según Daily Mail, Fawcett ofreció al magnate saudí Mahfouz Marei Mubarak bin Mahfouz conseguirle la ciudadanía británica y hacerlo caballero de la orden CBE a cambio de donar a la Fundación Príncipe de Gales 1. 5 millones de libras… Tras la publicación del artículo, Michael Fawcett anunció su renuncia y en cuestión de horas Clarence House (la residencia y oficina del príncipe) respondieron con un comunicado aclarando que el príncipe Charles no estaba enterado ni había participado en esa decisión. Sin embargo, una carta vieja apareció publicada por el diario The London Times en la que uno de los lobbyist (otro cabildero) del magnate Mahfouz, el aseguraba que el príncipe no solo estaba al tanto de la situación sino “que lo respalda ciento por ciento dado que no hay otra contribución ,más grande que la suya y por lo tanto será reconocida y compensada proporcionalmente”. La carta la firma William Bortrick en mayo de 2014. Ese título le fue otorgado a Mahfouz, quien estudió en Oxford, es hotelero y miembro de selectos clubes como ellow of the Royal Society of Arts.
El fiel lacayo de Charles
Empezó su carrera en la royal household como lacayo de los aposentos reales en 1981, recién graduado de la escuela de hostelería. Cuando el príncipe de Gales se casó con Lady Di Fawcett fue asignado como asistente del valet principal y era habitual verlo en la cocina platicando con la princesa, “ya que se llevaban apenas un año”, escribió Richard Kay en Daily Mail. El perfil de Fawcett se volvió alto dentro de la casa de Charles por “ser el único que entiende no solo sus exquiciteces, fobias y extravagancias, sino por entender su proceso mental”, escribió Kay, “eso fue lo que le hizo subir en rango y convertirse en el hombre más cercano del príncipe”. Así fue como pasó de valet a mejor amigo y presidente de su fundación, encargada de obras caritativas tales como la renovación de los castillos medievales y su mantenimiento tanto en Gales como Escocia y el norte de Inglaterra. Mahfouz ha donado para el castillo de Mey Trust de la reina Isabel I (Tudor).
Ni por filantropía…
“El fin no justifica los medios”, dice a Caras uno de los férreos críticos de la monarquía, como el ex congresista del parlamento de la House of Commons Norman Baker, quien afirma que debe investigarse a fondo el tráfico de influencias “así se trata de caridad o no”, declaró al Times. Baker escribió el libro And how do you do? En el que expone el lado negativo de la monarquía y revela los defectos del sistema constitucional que impide cuestionar o lanzar una iniciativa de ley que frene el poder tácito de la reina. Peor aún, una segunda carta firmada en 2017 y atribuida a Fawcett (no comprobado), afirma que el príncipe de Gales está dispuesto a poner hasta arriba de las solicitudes de aplicación de ciudadanía la de ‘Su Excelencia’ y subir el rango de su orden a KBE en el Comité de Honores de Su Majestad”. Así lo logró en 2016 de manos de Charles además, fue investido Lord y Barón de Abernethy recibió la orden Knight Grand Cross in the Companionate of Merit of the Military and Hospitaller Order of St Lazarus of Jerusalem, otorgada por la monarca.
¿Por qué importa una orden?
Las órdenes se d se aplican por solicitud de un comité real y, según la crítica de Baker en su libro “es como cuando estás en un club y se premian los unos a los otros en él”, es decir, los sellos reales y las órdenes se entregan a placer y no por “verdadera aportación a la Gran Bretaña, o cómo es posible que el general Michael Moore apenas haya recibido una orden a los 100 años pero un extranjero cualquier tenga uno a propósito de nada”, dijo por su parte a Daily Mail. Las órdenes son designadas por la reina pero Charles, princesa real Anne y William pueden “palomear” y entregar, incluso los primos de la reina (los duques de Kent y Gloucester) pueden colocarlas en una ceremonia oficial. La investigación periodística de The Mail que reveló esta presunta corrupción se germinó cuando se supo que la fundación mandó a averiguar si uno de sus brokers Michael Wynne-Parker recibió casi 100 mil libras por vender una cena con el príncipe con estancia incluida en Dumfries House (una de las más antiguas residencias en Escocia que patrocina precisamente esta fundación).
¿Qué sigue?
Clarence House ha sido golpeada con una acusación que recuerda todas las otras veces que el príncipe Charles hizo uso de su privilegio para su beneficio, como cuando el diario inglés The Guardian publicó más de mil cartas que el también duque de Cornwall intercambió con miembros de la House of Lords para influir sobre el Parlamento. Esto habría dado lugar a una sanción que cambiara incluso la legislación, pero el Parlamento votó que simplemente se trataba de “cartas personales” y no de órdenes o cabildos. La imagen de Charles como futuro monarca para varios expertos como Andrew Lownie o el propio Baker y McClure, es que “será un rey entrometido”. Pero la reina Isabel II no se queda atrás, según The Guardian en la investigación elaborada por David Pegg en febrero de 2020 (y revelado por Norman Baker en su citado libro) ha hecho uso de “The Queen’s Consent (el permiso escrito de la reina, tácito y se supone que obligatorio para firmar cualquier ley que le pase el Parlamento)” para su peculio, como por ejemplo, evitar impuestos en sus propiedades particulares y auditar a las empresas de bolsa en las que especula su fortuna. Con estos dos eventos de tráfico de influencias los Windsor están en la mira del Parlamento; si añadimos el delicado asunto del duque de York entonces tenemos una monarquía sobre un polvorín, aunado al propio polvorín del primer ministro Boris Johnson (en realidad, nunca se ha bajado de él desde que llegó al número 10 de Downing Street) y la presión de los políticos liberales por limitar el poder de la familia real (entre ellos varios ministros en funciones en la House of Commons y el ex ministro Norman Baker, que no es un enemigo menor) podemos estar ante un cambio muy plausuble de estatutos reales en la Constitución Monárquica de Inglaterra, Reino Unido y la Gran Bretaña. Claro que junto a estos problemas de estado las quejas constantes de Harry y Meghan no son nada, excepto, por supuesto, la acusación racista –y de todos modos están sujetos a la duda al no presentar pruebas o una mea culpa proveniente del Palacio de Buckingham–. De todos los señalamientos que les han hecho los duques de Sussex esta es la única que puede ser usada en su contra. Lo único visible es que con 95 años y a punto de cumplir 70 en el trono de la Gran Bretaña, la reina Elizabeth II no es eterna y su ocaso coincide con uno de los peores contextos políticos y sociales de su dinastía al mando de la nación. De morir antes de resolverlos es posible que veamos una turbulencia monárquica solo vista durante la Segunda Guerra Mundial en el entonces tambaleante reinado de su padre Jorge VI, con abdicación incluida…
Después de todo ahí está William, fuerte y en plenitud esperando en la banca. ¿Lo veremos como rey antes de su tiempo?