El príncipe Felipe y la reina Isabel II se casaron el 20 de noviembre de 1947 y desde entonces jamás se han separado.
Felipe de Edimburgo tenía 18 años cuando se enamoró de Isabel de tan solo 13. Ese romance, digno de una novela de amores prohibidos, terminó con la renuncia a todos sus títulos de la Corona griega, casa real a la que pertenecía este royal.
Felipe nació en Corfú, Grecia, el 10 de junio de 1921 como Príncipe de Grecia y Dinamarca, fue el único hijo varón del príncipe Andrés de Grecia.
Por el lado paterno su familia era de origen danés, ya que su padre fue nieto de Christian IX de Dinamarca, mientras que su madre, la princesa Alicia de Battenberg fue la primogénita del príncipe Luis de Battenberg, Marqués de Milford Haven.
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Felipe de Edimburgo empezó sus estudios en Francia, pero más tarde viajó a Gran Bretaña donde permaneció hasta los 12 años y de ahí se movió a Alemania, finalmente concluyó sus estudios en el Gordon School de Morayshire, Escocia.
Lilibeth & Felipe de Edimburgo
Fue en el verano de 1939, mismo año en que se enroló en la Royal Navy como cadete, cuando conoció a la entonces princesa Isabel, aunque en ese entonces todos las llamaban Lilibet, quien tenía a penas 13 años, aunque años atrás, en 1934 ambos habían coincidido en la boda de la princesa Marina de Grecia, prima de Felipe, con Jorge de Kent, tío de Isabel.
En épocas cercanas al comienzo de la guerra en Europa y con su uniforme impecable, el apuesto y joven Felipe que en ese entonces estaba por cumplir los 19 años, era la sensación entre las niñas.
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Fue el enamoramiento juvenil de Isabel, por un lado, y la necesidad de huir de su familia -su madre esquizofrénica, su padre amante al juego y a las mujeres, y la derrota del Ejército de su patria ante los turcos- lo que lo acercó a los británicos.
La Segunda Guerra mundial se libraba en Europa cuando Felipe de Edimburgo, enlistado en la Marina, mantenía correspondencia con Isabel, quien lo esperó hasta 1946.
Recelo en la familia real británica
En un principio la familia real británica tenía muchas reservas hacia Felipe, pues para ellos pertenecía a una familia empobrecida de la realeza europea, que además guardaba cercanía con Alemania, y en esa época imperaba la germanofobia.
Aunado a lo anterior, la Casa Real británica aún no se reponía del escándalo de la abdicación de Eduardo VIII por su romance con la estadounidense divorciada Wallis Simpson.
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Sin embargo terminaron cediendo. Fue en julio de 1947 cuando el rey Jorge VI dio su consentimiento al matrimonio de su hija, pero no sin antes obtener el pasaporte británico y adoptar la traducción inglesa de su apellido materno, Mountbatten, en lugar de Scheswig Holstein Sonderburg Glucksburg.
Una boda de ensueño
La boda real se celebró el 20 de noviembre de 1947 en la Abadía de Westminster y toda la realeza europea estuvo ahí, menos las tres hermanas de Felipe, pues estaban casadas con alemanes.
Ya que tuvo que renunciar a sus derechos por parte de la Corona griega, el rey Jorge le otorgó los títulos de duque de Edimburgo, conde de Merioneth, barón de Greenwich y caballero de la Jarretera.
Isabel, la reina; Felipe, el príncipe consorte
Con la muerte del rey Jorge en 1952 y la coronación de Isabel, Felipe pasó a ser simplemente el príncipe consorte, pero eso no fue lo que más pudo haberlo afectado, sino el hecho de que la nueva reina se rehusara a renunciar al apellido Windsor para cambiarlo por Mountbatten, lo cual muchos calificaron como una humillación para el esposo de la monarca.
Desde entonces, y a aun con el nacimiento de sus hijos: Ana Alicia, -quien nació cuando Isabel aún no era coronada-, Carlos, Andrés y Eduardo, el matrimonio entre Felipe e Isabel siempre estuvo rodeado de rumores, distanciamientos, infidelidades por parte del príncipe e incluso severas crisis maritales.
Sus hijos
La relación con sus hijos nunca ha sido la más cercana, sobre todo con Carlos. El heredero a la Corona supuestamente nunca le ha perdonado el hecho de que lo lesionara para casarse con Diana Spencer, Lady Di.
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En una biografía de Felipe de Edimburgo escrita por el periodista británico Graham Turner y publicada en 2000, el esposo de Isabel declaró que consideraba a su hijo incapacitado para gobernar: “es artificial y extravagante, y le falta dedicación y disciplina para ser un buen rey”.