Te contamos todo el protocolo que se tiene planeado para el funeral de la reina Isabel II. Y te aseguramos algo: está agendado que sea una total conmoción. 94 años y la reina Isabel II de Inglaterra se ve fuerte. Muy fuerte. Incluso más que su marido y otros personajes de la realeza británica. Contrario a lo que podríamos esperar de su figura, sigue asistiendo a eventos oficiales; aunque su familia y equipo de trabajo se preocupan por su estado de salud y están anticipando el día de su muerte. No es que se lo deseemos, pero hay que ser realistas y —más que sólo eso— ser precavidos. El día en que ella parta, nada puede ser una improvisación, ¿estamos de acuerdo? El nombre de esta operación es London Bridge. Un plan que se había mantenido en secreto para los medios de comunicación, pero según lo indican varias fuentes, el diario The Guardian tuvo acceso a él hace tiempo. Más interesante aún: ha dado a conocer los detalles de lo que ocurriría al minuto de que fallezca la soberana inglesa. Un plan que se realizó, por supuesto, porque ni el palacio ni el pueblo británico podrían vivir un segundo sin corona. Nada puede escaparse o dejarse en manos de lo fortuito. De acuerdo con lo descrito por Sam Knight, existe una serie de eventos y protocolos que cubren desde los últimos momentos de vida de la reina hasta su funeral y entierro para que todo ocurra sin obstáculos y con mucho honor. ¡Muchísimo honor! ¿Te imaginas que no fuera así? Obvio, nadie lo permitiría jamás. Te presentamos, entonces, los pasos a seguir según lo planeado.
1.
Huw Thomas, el doctor principal de la Reina Isabel II, vigilará su salud y publicará un par de comunicados del palacio sobre su deceso.
2.
Cuando la reina fallezca, el príncipe Carlos será considerado rey y Sir Christopher Geidt —el secretario de la reina— contactará al Primer Ministro. A la vez, se enviará la confirmación de su muerte a 15 gobiernos extranjeros. La noticia se comunicará a otros 36 países de la Commonwealth, para quienes la reina es una figura simbólica, claro.
3.
Los medios de comunicación no recibirán la noticia primero ni tendrán la más mínima oportunidad de alertar al pueblo británico ni al mundo. Serán los gobernadores generales, los embajadores y los primeros ministros quienes se encargarán de dar la noticia, que será tratada como de última hora a la Asociación de la Prensa y a los medios globales. Un lacayo fijará un aviso a las puertas del Palacio de Buckingham —según dicta la tradición— y la página web de la Familia Real será «transformada en un sitio sombrío, formal, mostrando el mismo texto sobre un fondo oscuro». Todo esto con base en lo que informó The Guardian.
4.
Vendrá, así, la cobertura mediática con días de cobertura planeada. La programación regular en televisión se interrumpirá, sus redes de transmisión se fusionarán y los comunicadores de noticias se vestirán de negro como una señal de respeto. Según informes, ya se han reclutado expertos en realeza para discutir lo que acontezca y existe la instrucción de que las estaciones de radio comerciales comiencen a tocar «música serena» antes de hacer el anuncio.
5.
Gran Bretaña entrará en un período de luto. El príncipe Carlos se convertirá en el rey Carlos a las 11 de la mañana del día siguiente; el príncipe William será, desde ese momento, el príncipe de Gales; y Kate Middleton tomará el lugar de princesa de Gales. Se contempla también que se encenderán las cámaras del parlamento, la población entera saldrá temprano del trabajo y los pilotos de aeronaves inglesas anunciarán las noticias a sus pasajeros. 10 días de pesar es lo que se tiene en agenda para todos.
6.
Se planea que antes de su entierro, la reina permanezca «a disposición» por cuatro días completos para que cerca de un millón de personas vayan a rendirle sus respetos. El funeral, financiado por el pueblo británico, tendrá lugar al día 12 de su fallecimiento. Finalmente, el féretro será llevado a la Abadía de Westminster por un carruaje de armas y el Arzobispo de Canterbury dirigirá el servicio. Podrán asistir líderes mundiales y jefes de Estado.
7.
En cuanto a la sepultura, ésta podría llevarse a cabo en diversos lugares; incluso en sus propiedades de Balmoral, Sandringham o junto a su padre, el rey Jorge VI, en la Capilla de San Jorge en Windsor.