La heredera al trono de Suecia cuenta con un joyero envidiable, por ello hacemos un repaso a sus tiaras favoritas…y espectaculares.
La princesa heredera de la casa real sueca, que nació el 14 de julio de 1977, ha tenido años de vida muy intensos: desde la anorexia que sufrió en su adolescencia, la forma en la que lo enfrentó en su adultez, hasta su matrimonio con su entrenador personal Daniel Westling, hoy duque de Västergötland y su relajado estilo de acercarse a su pueblo.
Pero además de los titulares en las noticias Victoria es famosa por su elección de tiaras de la fundación de joyas reales de la casa Bernadotte, a la que pertenece su familia. Muchas de ellas súper originales y glamourosas. ¡Conócelas!
La tiara de Camafeos
Es considerada de las más hermosas del mundo por los fans de la realeza. Se le atribuye al joyero particular de Napoleón Bonaparte Marie-Étienne Nitot, ya que la hija de la emperatriz Josefina, Hortense de Beauharnais aparece con ella en una pintura.
Se desconoce cómo llegó a la casa real de Bernadotte, pero pudo ser heredada por generaciones a través del ducado de Leuchtenberg, pues Sibylla de Saxo-Coburgo y Gotha, madre del actual rey, la recibió como regalo de bodas de su tío político, el príncipe Eugen, en 1932.
Desde entonces, las mujeres de la familia real sueca la llevan el día de su matrimonio, tal como lo hizo Victoria el 19 de junio de 2010. El diseño es de fuego y plumas de oro y perlas con cinco escenas de mitología griega en porcelana, orladas en un óvalo de perlas. También tiene collar y broche.
La tiara Baden Fringe
Es de las pocas tiaras que fue elaborada ex profeso para un miembro de la casa real de Bernadotte: nada menos que un regalo de parte del gran duque Friederich I de Baden para su hija, la princesa Victoria de Baden al contraer nupcias en 1881 con el que sería rey de Suecia a partir de 1907, Gustavo V, el bisabuelo de la actual princesa Victoria.
Originalmente era un collar, pero la reina lo convirtió en tiara al paso del tiempo. Se distingue por los diamantes en corte rayo de sol como se le conoce también a la pieza. Es la favorita de Victoria a juzgar por las ocasiones en las que se le ha visto con ella.
La tiara Napoleónica de acero
Muchas son las piezas que pertenecieron a la emperatriz Josefina porque sus nietos se casaron con miembros de la realeza sueca o bien por la relación de estos con los descendientes del duque de Leuchtenberg, pero el hecho es que se tiene la certeza de que fue de Hortense de Beauharnais y es única en su tipo: la base es de oro amarillo, pero las “joyas” no son gemas preciosas, sino un diseño de flores elaborado de acero puro.
Es una de las más utilizadas por la princesa Victoria, quien tiene otra: la “napoleonic bandeau” también de acero y más pequeña, que usa más su cuñada Sofía Hellqvist.
El Parure de amatistas
Una pieza napoleónica más que llegó por medio de la nuera de la emperatriz Josefina, Augusta de Bavaria, quien la obsequió a su hija Joséphine de Leuchtenberg con motivo de su boda con el rey Oscar I de Suecia y Noruega, en 1823.
Esta tiara también fue collar y parte de un exclusivo parure de 15 amatistas oscuras engarzadas en oro y envueltas en diamantes, con montaje de plata. Venía con sus correspondientes broche y pendientes colgantes. Fue la actual reina Silvia quien la hizo tiara en 1976 y como sobró una piedra la convirtió en dije, como lo lleva la princesa Victoria.
LA TIARA QUE LA ESPERA…
Leuchtenberg Tiara
Únicamente la utilizan las reinas, así que Victoria aún no la ha lucido pero lo hará. Actual propiedad de su madre Silvia, está conformada por nueve zafiros cuadrados montados sobre un diseño de flor; su juego lo complementan un espectacular collar en cascada con zafiros y pendientes más delicados de la misma gema.
Se cree que fue un regalo de bodas para la princesa Augusta por parte del mismísimo Napoleón Bonaparte y existe un retrato de Joséphine de Leuchtenberg con ella (y así llegó a Suecia).
Lo cierto es que es tan valiosa para la familia real, que la reina Victoria I la donó en 1930 a la fundación de joyas reales para que nunca se venda o subaste.