Fueron exactamente 52 años los que Margarita II de Dinamarca estuvo en el trono, desde el 14 de enero de 1972, hasta el mismo día, pero del 2024. Su abdicación a la corona, anunciada en la nochevieja del 2023, se debió, según las palabras de la ahora reina emérita, a que, durante su paso por el quirófano, debido a unos problemas de espalda, aceptó que era hora de cederle el trono a la nueva generación encabezada por su hijo mayor, el ahora rey, Federico X.
Sin embargo, fue él, quien en meses previos puso en jaque a la reina, y con ella a la corona danesa, tras el rumor de infidelidad que encabezó junto a su amiga, Genoveva Casanova. No obstante, esta no es y quizá no será la última vez que un escándalo rodee a una familia real, debido al cual deban tomar medidas drásticas como dejar el trono. Y aunque no es la primera vez que un monarca renuncia al trono de Dinamarca, Margarita II es la primera mujer en hacerlo, pues la corona danesa solo había sido abandonada en una ocasión y hace más de 800 años, en 1146, cuando el entonces rey, Erik III Lam, renunció para recluirse en un monasterio y morir al poco tiempo.
ENTRE LA VIDA Y LA MONARQUÍA
400 años después de dicho acontecimiento, en 1567, la reina María I de Escocia renunció al trono, dado que contaba con acusaciones en su contra, las cuales ponían en riesgo su vida. Fu así como, en un intento por escapar de su sentencia de muerte, abdicó a favor de su hijo Jacobo para quedar fuera del foco y vivir en libertad. Sin embargo, dicho ideal le duró solo 20 años más, pues su prima, la reina Isabel I, fue la responsable de firmar el veredicto que confirmó su traición y la sentenció a la muerte.
UNA MUJER ADELANTADA A SU ÉPOCA
Un centenario más tarde, en 1654, Cristina de Suecia también renunciaría al trono de su nación, y aunque nunca habló públicamente de los motivos que la orillaron a tomar dicha decisión, se dice que era una mujer adelantada a su época y bastante rebelde para acoplarse al protocolo real.
Por mencionar algunos de los rasgos que la caracterizaban, podemos hablar de su gusto por vestir prendas masculinas, cuando claramente no estaba permitido y mucho menos bien visto, tampoco aceptó casarse para ocupar el trono y renunció a la religión que profesaba su monarquía. Finalmente, alejada de la corona sueca, Cristina vivió sus últimos días en total libertad en Roma, lugar donde murióa los 62 años.
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