Ocho meses después de subir al trono tras la muerte de Isabel II, Carlos III fue solemnemente coronado el sábado junto a su esposa Camilla en una fastuosa ceremonia, única en Europa, que el Reino Unido no vivía desde hacía 70 años. Eso sí, los reyes no estuvieron exentos de algunos momentos físicamente incómodos.
Carlos III y Camila salieron acompañados por miembros de la familia real. Pero no estuvo Enrique, hijo menor del rey de 38 años, que mantiene tensas relaciones con la monarquía y acudió a la ceremonia sin su esposa Meghan, quien permaneció en Estados Unidos con sus dos hijos.
La pesada corona de Carlos III y Camilla
En la suntuosa Abadía de Westminster, en el centro de Londres, el arzobispo de Canterbury, Justin Welby colocó la corona de San Eduardo sobre la cabeza del monarca, de 74 años. No había sido llevada desde la coronación en 1953 de su madre, fallecida en septiembre. La reina Camilla, de 75 años, fue coronada posteriormente con la corona de la reina Mary.
La corona de St Edward está hecha de oro macizo de 22 kilates con 444 elementos preciosos en toda la estructura entre las que hay 345 aguamarinas de talla rosa, 37 topacios blancos, 27 turmalinas, 12 rubíes, 7 amatistas, 6 zafiros, un granate y una espinela. Está valuada en 4,5 millones de dólares. Además de que es muy pesada, el arzobispo la sacudió un poquito para colocarla. Usuarios en redes sociales bromearon sobre este acontecimiento: “mi momento favorito personalmente fueron los 30 segundos que les tomó colocar la corona en la cabeza de Carlos”.
Además en un documental de la BBC del 2018, la reina Isabel II confesó que no podía voltear hacia abajo porque temía que la corona le ‘rompiera el cuello’ de lo pesada que estaba, vía The Sun. Esta pieza que ahora usó Carlos III les dio a los monarcas momentos de tensión —“no puedes voltear hacia abajo para leer, debes leer hacia arriba. Porque si lo haces, te podías romper el cuello, se caería”, mencionó Isabel II.
El incómodo carruaje donde viajaron Carlos III y Camilla
Otro elemento de la realeza que pudo causar dolores de cabeza fue el carruaje con el que se transportaron. Primero usaron por corta trayectoria el Gold State Coach, carruaje real que ha trasladado a todos los monarcas coronados de 1830 a la fecha; es por tradición la carroza oficial de la familia real británica. En esta ocasión realizaron únicamente el traslado de regreso a la residencia real una vez que concluya la coronación.
Esto porque el Gold State Coach es muy incómodo para viajar; como recalcan en Newsweek, “la razón del quiebre con la tradición de utilizar el Gold State Coach para ambos viajes se desconoce, pero probablemente tenga que ver con el hecho de que es famosamente incómodo debido a su tecnología de suspensión subdesarrollada de 1762 [...] Varios monarcas se quejaron del carruaje y sus movimientos bruscos, que se hicieron aún más incómodos porque los pasajeros llevaban pesadas coronas durante el viaje”.
Por eso los reyes cambiaron por el Diamond Jubilee State Coach. A diferencia del Gold State Coach, este carruaje cuenta con todo lo necesario para realizar un recorrido digno de la realeza: sus elegantes asientos de seda amarilla, amortiguadores hidráulicos, ventanas eléctricas y aire acondicionado garantizan que el trayecto de 2.1 kilometros que realizarán el rey Carlos III y su esposa a bordo de esta obra de arte fue cómodo y seguro.